Presentamos algunas calaveritas dignas de una mención honorífica.
Yendo de página en página
la parca se entretenía.
Buscaba una nueva víctima,
entre el crew de Algarabía.
-Debo hallar nuevo escribano
pensó, en silencio, para ella.
Pero no cualquier fulano,
sin tino, labia ni estrella.
-Quiero que sea chingón
y que sepa comportarse
que comprenda de cajón
el: «me chingué» y «ya chingaste»
Recitar El Chingonario
no es único requisito,
hay que ser hábil corsario
y un corrector exquisito.
Eso decía la muerte,
hablando en un soliloquio.
Pero elegía a la suerte,
con un «tin marin» mortuorio.
Pasando el dedo oscilante
por todito el directorio,
dejaba caer el guante
con gran peso decisorio.
El azar es truculento,
quizá más que la Catrina,
dejándola sin aliento
cuando escogió a la Sicilia.
Las reglas han de cumplirse
aunque uno no lo quisiera.
Todos habrán de morirse:
mendiga vida limosnera.
Ahora en el inframundo,
Palabrafílica está en pena;
la calaca llora al mundo
que “azï ezkrïve”, en condena.
Daniela Dávila
❉
Llegó en cierta ocasión la huesuda
A su kiosco predilecto,
Buscaba su revista Algarabía
Para poner su vocabulario al día.
Es su revista favorita,
Pues siempre aprende de más,
Le gusta recitar palabras nuevas,
Cuando a la gente se va a llevar.
Pero le dijeron que no había,
Que ese mes, ¡quién sabe qué pasaría!
Se enfureció la calaca,
«¿Cómo es que esto puede pasar?»
Y se fue rapidito
A la redacción fue a reclamar.
Era miércoles muy temprano,
El personal se encontraba en junta.
La catrina estiró la mano,
¡De aquí saco más de una difunta!
Acomodándose el sombrero
Entró triunfal a la reunión,
La jefa de redacción
Ahí mismo del susto cayó.
La flaca se aproximó
Con el supervisor de circulación
¡Pobre Dulce María Nava!
Se la llevaron al panteón.
Después, enojada buscó
Al culpable de tanta errata,
A Rodrigo Velázquez miró
Y lo jaló de la corbata
«Necesito a alguien como tú,
La ortografía es un misterio,
Ahora tú me corregirás
Las lápidas del cementerio.»
Después se dirigió
Hacia su persona favorita,
La querida y bella hijita
De doña Sicilia y Sicilia.
“Pilarcita, Pilarcita,
Conmigo te voy a llevar,
Que con tu talento y conocimiento
Podré lucirme al hablar.”
María del Pilar Montes de Oca
La grandiosa Directora General,
Se inclinó a los que quedaban,
Y les dijo sin chistar:
«Me les voy, queridos míos.
Mi estadía aquí ha de terminar,
Pero por favor, sólo les pido,
Un favor antes de marchar:
¡Que mi reemplazo no sea villamelón,
Eso no lo podré tolerar,
Que no tenga el conocimiento singular,
De aquél que ejerce el poder actual!»
«En sus manos dejo mi revistita,
A acompañar a la flaca me voy,
No se olviden nunca,
De irme a visitar al panteón.»
«Vámonos a la chingada»
Recitó la Catrina,
«Que allá no vas a estar tan solita.
Hay una persona,
Desde que lo llevé
De ti me habla,
José Guadalupe es su nombre,
De apellido Moreno de Alba.»
«Con los dos tengo,
Pa’ enchular mi registro y elocuencia,
Y ahora sí vámonos,
Que se nos pasa la diligencia.»
Grecia Félix
❉
Entre risa y risa se podía escuchar a la muerte
sentada en su cripta leyendo Algarabía,
la numero noventa y dos sobre la guillotina
de los días más divertidos de su tarea continua.
Entonces la Catrina pensó rumiante
observando sus manos huesudas de dedos infames
que después de tanto trabajo subyugante
bien merecida tenía una mención hilarante.
Salió volando sobre las tumbas
entre mausoleos y criptas
para llegar a la calle de Pitágoras
y hablar con Carlos Bautista.
«¡Señor director!», habló la huesuda
con tono firme y postura erguida:
Quiero que para este mes de noviembre
me haga un número especial sobre la muerte.
El señor Bautista se sintió acongojado
con los tejocotes bien alzados,
pues bajo sentencia de muerte
estaba condenado todo su equipo de trabajo.
Así es como este primero de noviembre,
sentencia del tiempo de 2013,
se presenta la edición especial de Algarabía
para que la pelona no se los lleve a su guarida.
Luis Ángel Cedillo López