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El ritmo de las ondas. La radio en México

¿Cómo llegó la radio a México? ¿Cuáles fueron las primeras estaciones y los primeros programas?

Hace casi 150 años un científico descubrió la existencia de ondas electromagnéticas que le permitirían a la humanidad comunicarse sin cables y a través de largas distancias, pedir socorro en situaciones de desastre, intercambiar noticias y, por supuesto, escuchar música en otros idiomas o en el propio, de diversos géneros y para todos los gustos, música para disfrutar, cantar, bailar y compartir.

Foto: Dave Weatherall.

Se registra que la primera transmisión radiofónica tuvo lugar en Massachusetts durante la Nochebuena de 1906. La Brant Rock Station transmitió una lectura de la Biblia y la canción «O Holy Night». Tuvieron que pasar 15 años para que este invento llegara a México.
«¿En dónde estará el nido de esta canción mecánica? Las antenas insomnes del recuerdo recogen los mensajes inalámbricos de algún adiós deshilachado», Manuel Maples Arce.

Ondas mexicanas en los años 20

El 27 de septiembre de 1921, desde el teatro Ideal, localizado en la calle Dolores del centro de la Ciudad de México, los hermanos Adolfo Enrique y Pedro Gómez Fernández realizaron la primera transmisión de radio mexicana: la hija de Adolfo cantó el «Tango negro» y el tenor José Mojica —que luego fue un famoso cantante y actor, aunque dejó la artisteada para meterse de monje— interpretó «Vorrei morire». El programa duró menos de dos horas, pero bastó para iniciar una larga y fructífera historia.
Un mes después, en Monterrey, Constantino de Tárnava, quien ya llevaba varios años experimentando con las ondas, lanzó su propia estación, que nombró Tárnava Notre Dame —por la universidad donde había estudiado—. Él también presentó un par de canciones y melodías instrumentales.
En aquellos tiempos las emisiones eran una o dos veces por semana, duraban menos de dos horas y las oían sólo unas cuantas personas, porque tener un aparato receptor era un privilegio. Sin embargo, el interés creció con rapidez y hacia finales de 1922 ya había 32 estaciones y miles de oyentes que se reunían alrededor de los pocos radios que había en el país para compartir la experiencia que las ondas transmitían.
En mayo de 1923 se estrenó la primera estación más o menos comercial, cuya propiedad compartieron el periódico El Universal y el radio aficionado Raúl Azcárraga Vidaurreta —hermano de Emilio—. Su nombre fue El Universal-la Casa del Radio y ostentó las siglas CYL. El 14 de septiembre de ese año salió al aire la estación de El Buen Tono, fundada por la cigarrera del mismo nombre. Años después fue renombrada XEB y desde la década de 1960 llevaría el apellido que conserva hasta ahora: «la B grande de México».

Foto: Brett Sayles.

En 1929 se llevó a cabo una Conferencia Mundial de Telecomunicaciones, donde se establecieron las iniciales que identificarían a las estaciones de cada país; a las radiodifusoras mexicanas les tocaron las letras xe.
¿Que cómo eran los programas de radio de los años 20? Las más socorridas eran las tertulias, donde una plática agradable del locutor se entretejía de forma natural con lecturas de poemas y canciones interpretadas en vivo por los sopranos y los tenores de moda.

Las décadas doradas

Sin duda, los años 30, 40 y 50 fueron los más esplendorosos para la radio mexicana —todavía no llegaba la televisión a robarle audiencia—. En estas décadas se establecieron las grandes cadenas radiofónicas y la programación se enriqueció con las estrellas que engalanaron los estudios.
Los contenidos se diversificaron, había programas para todos los públicos y edades: las radionovelas se alternaban con crónicas deportivas, musicales, noticiarios y programas infantiles. Las estaciones de radio más importantes de esta época fueron la pionera XEB, así como la XEW y la WEQ ambas propiedad del empresario Emilio Azcárraga Vidaurreta —abuelo del actual dueño de Televisa—, cuya mayor aportación a la radio fue hacerla comercial, con el modelo estadounidense de patrocinadores y programas que gustaran a un creciente número de radioescuchas.
En 1942 Guillermo Salas fundó la XEOY-AM —actualmente NRM Comunicaciones—, con programas que promocionaban la belleza del territorio mexicano. Fue la primera radio turística del mundo.
Era un lujo asistir a un estudio donde se transmitían los programas en vivo ante un público, con grandes locutores y artistas. Las risas no eran grabadas, los aplausos eran reales cuando, por ejemplo, Pedro de Lille —uno de los locutores más emblemáticos de la época— presentaba en su programa La hora azul el piano de Juan García Esquivel y la interpretación de Emilio Tuero. Se escuchaban gritos y suspiros de las mujeres, desmayadas de amor ante la gallarda figura y la aterciopelada voz del «barítono de Argel».
El «Flaco de oro» tenía su propio programa, La hora íntima de Agustín Lara, donde acompañaba en el piano las voces de sus invitados: Pedro Vargas, Amparo Montes, Toña «la Negra», Juan Arvizu, las hermanas Águila, los Panchos, la tres Conchitas y muchos más. Para los niños estaban el programa de Manuel Bernal, el «tío Polito», y los 15 minutos diarios de cuentos y canciones de Francisco Gabilondo Soler, «Cri-Crí».
A lo largo del día los programas difundían los géneros musicales de moda: chachachá, mambo, danzón, bolero, balada, las rancheras de Lucha Reyes y el swing de las grandes bandas. Mientras que Pedro Infante y Jorge Negrete eran ídolos de las multitudes, los compositores eran tan reconocidos y admirados como quienes cantaban sus temas: Gonzalo Curiel, Consuelito Velázquez, Luis Arcaraz, Tomás Méndez, María Grever, Manuel Esperón, José Ángel Espinoza «Ferrusquilla» y Gabriel Ruiz, por mencionar sólo unos cuantos.
Los locutores eran personajes clave para mantener viva la atención de la audiencia: todos tenían voces y estilos que los diferenciaban entre sí. Además de De Lille, destacaron «el Bachiller» Álvaro Gálvez y el también actor de cine Arturo de Córdova; los cronistas deportivos Pedro «el Mago» Septién —beisbol— y Pepe Alameda —toros—; los galanes de radionovelas Manuel López Ochoa y Edmundo García; y las radioactrices Pura Córdova y Emma Temo, y muchas otras voces que abrillantaron esta etapa de la radio mexicana.
Los patrocinadores, como Colgate Palmolive, chocolates La Azteca y la mueblería Lerdo Chiquito, se presentaban con elaborados jingles y lemas publicitarios: «Fabricantes de paz», «Haga de su casa un hogar», «Un orgullo de la industria nacional»…
¿Recuerda cómo sonaba la radio en sus inicios? Aquí algunas ejemplos:
Rock 101
Todo es rock, Rock 101
XEW la voz de la América Latina desde México

Para conocer más sobre la historia de la radio en México, consulta Algarabía 119.

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