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El brassier

He aquí una breve historia de la prenda interior femenina por excelencia: el brassier.

Quizá los senos sean el signo más evidente de la feminidad. Si en la Antigüedad fueron para muchas culturas un símbolo
de fertilidad, salud y abundancia, en otras se intentó cubrirlos y disimularlos por considerarlos desagradables o indignos.
Cuenta la leyenda que las amazonas se mutilaban el seno derecho para poder
 disparar las flechas tan bien como los hombres. Algunos médicos de la Antigua Roma escribieron sobre remedios para prevenir el crecimiento de los senos, que 
se consideraban risibles, propios de las mujeres viejas y poco atractivas. ¿Qué dice de nuestra sociedad el hecho de que los senos sean expuestos como herramientas infalibles de la publicidad?, ¿que la mamoplastia de aumento sea la cirugía estética más popular en el mundo?1 México es el 5o país en donde se realizan más cirugías estéticas; le preceden India, Brasil, China y, en primer lugar, los EE.UU Para dilucidar sobre esto, he aquí una breve historia de la prenda interior femenina por excelencia: el brassier.

La opresión del corsé

La historia de la ropa interior femenina está estrechamente unida a la de las prohibiciones y los tabúes sexuales, lo mismo que el papel del sexo femenino en distintas sociedades a lo largo del tiempo. Las mujeres no siempre usaron ropa interior: por ejemplo, en civilizaciones antiguas como la egipcia, lo mismo las esclavas que las reinas dejaban sus senos expuestos; mientras que en otras como la griega o la romana sólo usaban vestidos diseñados específicamente para no resaltar las curvas. Un hallazgo arqueológico reciente en Austria reveló que las mujeres medievales usaban una prenda muy similar al brassier moderno, pero se cree que su función era aplanar los pechos y no resaltarlos.
Pasaron muchos siglos antes de que la ropa interior fuera de uso común y diario, lo cual sucedió principalmente por razones higiénicas. En los siglos xiv y xv las mujeres usaban ropa interior que constreñía los pechos dejando al descubierto el vientre, pues la figura ideal tenía el torso plano y el abdomen redondeado. Todo cambió cuando en el siglo xvi se introdujo el corsé, una prenda que ciñe el cuerpo desde las caderas hasta el pecho, ajustando especialmente el vientre y la cintura, y que por lo general se colocaba con la ayuda de una o más personas; su uso fue común durante poco más de tres siglos.
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Hagamos una nota importante: la lencería —pantaleta, brassier— se fabrica con materiales suaves y delicados como el algodón o la seda para que sea lo más cómoda posible; en contraste, la corsetería —corsé, crinolina, faja— sirve para modificar la forma del cuerpo creando líneas que no existen en la naturaleza. Cuando empezaron a usarse, los corsés se fabricaban con materiales rígidos como marfil, huesos de ballena y metal. De acuerdo con la época, los corsés se ajustaron para que cubrieran por completo los pechos, y también que hicieran al busto sobresalir prominentemente.
El último cambio que atravesó el corsé fue quizá el más radical. Entre 1880 y 1905 la figura ideal era la forma de S, con los pechos muy juntos como si fueran uno solo, presionados hacia delante, y la cadera y nalgas empujadas hacia atrás. Por esta misma época los médicos comenzaron a alertar a la población sobre los peligros médicos del corsé, entre ellos: abortos, problemas respiratorios, costillas rotas, mareos, ataques nerviosos, desórdenes gástricos, deformaciones en la columna y problemas de circulación.2 Algunas mujeres se negaban a escuchar estos consejos que se alejaban de la moda. En el siglo XIX la mujer se consideraba una criatura delicada, y no era extraño que estuviera enferma. El corsé era un soporte necesario para el cuerpo «débil». El golpe definitivo contra el corsé llegó con la i Guerra Mundial (1914-1918): se les pidió a las mujeres estadounidenses y europeas que dejaran de usarlo, por la sencilla razón de que escaseaba la materia prima para fabricar armas, el metal. Ya en la ii Guerra (1939-1945) el cambio fue definitivo. Por primera vez las mujeres se integraron a la fuerza laboral, y al igual que habían hecho todas sus predecesoras que se dedicaban a la limpieza o la agricultura, debieron usar prendas que permitieran movilidad.3 El corsé era símbolo de estatus; las mujeres de clases bajas usaban prendas similares, más parecidas a las fajas, llamadas corselette. En la clase alta se le prefería por otras razones: disminuía el riesgo de violación, evidenciaba que la mujer no estaba embarazada y aseguraba que quien lo portaba tenía «buenas costumbres». En 1852 la reina Isabel II de España sobrevivió a un atentado de daga gracias a su corsé.
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Otro factor importante fue que desde principios del siglo xx se les permitió a las mujeres, incluso de las clases altas, participar en deportes como el ciclismo o el tenis. Por supuesto, la guerra contra el tirano corsé no se libró de un acalorado debate moral: algunas feministas de finales del siglo xix protestaron contra la prenda y la identificaron como una herramienta masculina para oprimir a las mujeres que no se ajustaban a una sociedad falocrática.
Conoce más sobre la revolución del brassier y sus poderes de seducción en Algarabía 113.

  1. México es el 5o país en donde se realizan más cirugías estéticas; le preceden India, Brasil, China y, en primer lugar, los ee. uu.
  2. Algunas mujeres se negaban a escuchar estos consejos que se alejaban de la moda. En el siglo xix la mujer se consideraba una criatura delicada, y no era extraño que estuviera enferma. El corsé era un soporte necesario para el cuerpo «débil».
  3. El corsé era símbolo de estatus; las mujeres de clases bajas usaban prendas similares, más parecidas a las fajas, llamadas corselette. En la clase alta se le prefería por otras razones: disminuía el riesgo de violación, evidenciaba que la mujer no estaba embarazada y aseguraba que quien lo portaba tenía «buenas costumbres». En 1852 la reina Isabel ii de España sobrevivió a un atentado de daga gracias a su corsé.

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