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The Beatles: la trayectoria de un ícono

Esta banda de rock británica marcó un hito en la historia universal de la música.
The Beatles: la trayectoria de un ícono

Han pasado más de 50 años desde la disolución de los Beatles. Cada año salen nuevos libros sobre la banda, se reeditan sus discos —que, según algunas fuentes, suman alrededor de mil millones de copias vendidas, una proeza a la que ningún otro músico se acerca— y su material llega a nuevas generaciones en otros formatos, sin que el reconocimiento, el atractivo comercial y la fascinación por ellos disminuya. Los Beatles siguen incursionando en nuevas aventuras.

Hace unos años, el famoso Cirque du Soleil integró la música Beatle a uno de sus espectáculos; en 2009 un videojuego con guitarras la reveló a hordas de niños y adolescentes, y para los juegos olímpicos de 2012 en Inglaterra, se tenía la planeada la reedición de una de sus películas más icónicas: Yellow Submarine (1968)

In the town where I was born / Lived a man / who sailed to sea… [En el pueblo donde nací, vivió un hombre que navegó el mar…]

«Yellow Submarine»

Cine, circo, videojuegos, música, literatura, diseño gráfico y moda con huellas Beatle, más la adoración de millones de personas, son señales inequívocas de que este grupo hizo algo extraordinario en los ocho años —entre 1962 y 1970— en que estuvo activo.

John Winston Lennon, James Paul McCartney, George Harrison y Richard Starkey —Ringo Starr— eran cuatro jóvenes del puerto industrial de Liverpool que crecieron en un país bombardeado por los nazis.

En su juventud establecieron la formación prototípica de la banda de rock —dos guitarras, un bajo y una batería— y comenzaron a barrer las ondas sónicas de las radios, primero de Inglaterra, luego de Europa y de los EE.UU., con una música impetuosa que despertó a los adolescentes de un letargo de baladas melosas e inofensivas. Su sonido era fresco, directo, rápido y alegre, sus letras boyantes y callejeras, y sus canciones de consumo inmediato pusieron a brincar a los reprimidos hijos de la II Guerra Mundial.

Beatlemanía

La beatlemanía —término inventado en 1963 por el Daily Mirror, refiriéndose a las adolescentes gritando a todo pulmón, desmayándose y cayendo en paroxismos de euforia— fue el momento de liberación más visible del mundo autoritario, jerárquico y represivo de los años 40 y 50, un mundo que necesitaba desesperadamente una válvula de escape de los horrores del pasado.
La gente enloqueció —reflexionó en alguna ocasión George Harrison— y ellos fueron el pretexto.

Give the word a chance to say / That the word is just the way / It’s the word I’m thinking of / And the only Word is love…
[Dale al mundo la oportunidad de decir que la palabra es el camino. Es la palabra en la que estoy pensando y la palabra es amor…]

«The Word»

Hijos y, a la vez, líderes de la contracultura de los años 60, la suya es una historia que no puede ser bien contada sin recordar la turbulencia y la sensación de renovación que se percibía en aquellos años. Esta década, con sus poetas beat, los movimientos de liberación de los negros, los hippies y su regreso a la naturaleza, fue una especie de despertar para el mundo occidental, y una reacción tras el largo declive espiritual que se produjo a raíz del pensamiento científico y las llamadas «sociedades industriales».

Por eso, los años 60 han sido descritos como una época en la que reinaba la sensación de que un cambio era posible, esa sensación era como si «en una tibia mañana de verano nos hubieran dejado salir temprano de la escuela» —recordó en cierta ocasión el músico Roger McGuinn.

Innovación y técnica musical

En ese contexto de cambio social, la mayor contribución de los Beatles quizá fue convertir la música popular en creación artística, llevándola a niveles de expresividad y profundidad que sólo eran del dominio de la música clásica y de la poesía.

A ello contribuyó la persona más adecuada que pudo haber aparecido ante aquellos jóvenes talentosos: el productor George Martin, un músico de formación clásica que tuvo la suficiente astucia y el olfato comercial para dar oportunidad a las peticiones, muchas veces extravagantes, de los cuatro músicos, sobre todo en un momento en que la industria se regía bajo normas muy estrictas de inmediatez comercial y que, por tanto, no era muy afecta a los experimentos.

Beatles and George Martin in studio 1966, vía Wikimediacommons

Esa combinación de talento impulsivo y pericia fue esencial para concretar la revolución de los Beatles. Marcadamente innovadores, musicalmente ambiciosos, los miembros de la banda mostraron desde su primer álbum técnicas poco ortodoxas en la grabación, como iniciar una canción con el coro en lugar de con una estrofa —«She Loves You»—, el uso del fade in  [incremento gradual en el nivel de audio de una grabación] al inicio de una canción —«Eight Days A Week»—, el feedback  [o retroalimentación, cuando una determinada fuente recoge su propia señal y la reintroduce en el sistema] —«I Feel Fine»— y, con los años, la incorporación de instrumentos tradicionales —«Norwegian Wood»—, grabaciones al revés —«I’m Only Sleeping»— y caos sónico —«Revolution 9».

Como nadie, los Beatles utilizaron la música como vehículo para expresar ideas y emociones. El estudio de grabación se convirtió en un instrumento más, en el que produjeron álbumes cada vez más complejos y, hasta cierto punto, extraños para su época —por ejemplo, Revolver (1966)—, pero que combinaban calidad en la expresión con aceptación popular.

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Paul & John, la base de los Beatles

Por un lado estaba McCartney, con una capacidad natural para la melodía, que aportó una expresividad y una elegancia poco comunes en la música popular, y cuyas composiciones son capaces de narrar historias tejidas a partir de la pura emoción —tal vez por ello producen una sensación de bienestar, de alegría simple y sorpresiva, como con «Good Day Sunshine»—.

Por otro lado, estaba la capacidad verbal e introspectiva de Lennon, un letrista poco ortodoxo pero dotado, que incita a la independencia —«There’s a Place»—, nos urge a despertar —«Come Together»—, a desatar las amarras de la imaginación —«Tomorrow Never Knows»— y, en sus momentos más logrados, a convertirse en un observador integrado con el todo —«Across The Universe»—, sin olvidar la crítica social —«Happiness Is a Warm Gun»—. La unión de Paul y John, en palabras del editor Ian MacDonald, «se trató de una clásica lucha entre la belleza y la verdad; en la práctica, se tradujo en una amistosa rivalidad que produjo algunas de las canciones más memorables del siglo XX».

«He experimentado de todo y aseguro que nada es mejor que estar en los brazos de alguien que amas»

John Lennon

Decir que los Beatles fueron los símbolos de la rebelión de la juventud es confuso e inexacto, pues ese papel lo desempeñaron Bob Dylan o los Rolling Stones.
Los Beatles pudieran ser, más bien, la manifestación de un florecimiento espiritual y artístico de la conciencia occidental, que encontró alojamiento en la música pop, pero cuya influencia se extendió más allá de ese ámbito. Sus composiciones fueron relacionadas con el amor, la fraternidad, y especialmente en la etapa intermedia de su carrera, con la celebración y la elevación del ánimo.

Los Beatles rompiendo y reinventando reglas

Su obra ha sido acusada, muchas veces y quizá con razón, de evasiva —«Strawberry Fields Forever»—, por añorar la niñez perdida —«Penny Lane»— y reverenciar la filosofía oriental por medio de melancólicos reclamos ante el extravío espiritual de occidente —«While My Guitar Gently Weeps»—.

Ciertamente no fueron inmunes al gusto ramplón —«Mr. Moonlight»—, pero, en sus puntos más altos, sus composiciones se sienten como la salida del sol —«Here Comes the Sun»— y, lo que es quizá su más grande triunfo, como un despertar de la humanidad, un sentimiento de comunidad que lograron invitando a grupos de amigos a cantar largas codas que funcionan como himnos —«Hey Jude», «All You Need is Love»—. Por algo fueron elegidos para la primera transmisión mundial vía satélite en vivo, emitida en el famoso verano del amor de 1967.

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