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Hokusai: la tranquilidad de un tsunami

A los 50 años Hokusai aún se sentía un aprendiz.
Hokusai: la tranquilidad de un tsunami

A los 75 años, en Fugaku hyakkei —Cien vistas del monte Fuji— (1834-1835), Hokusai hablaba de su trabajo: «Desde los seis años tuve pasión por copiar la forma de las cosas; a los 50 ya había publicado muchos dibujos, pero después de todo, hasta los 70 años no había hecho nada memorable. A los 73 empecé a comprender la estructura de las cosas: animales, pájaros, insectos y peces, hierbas y árboles. Así, a los 86 iré progresando, a los 90 penetraré en el verdadero significado del arte, y a los cien años, tal vez habré alcanzado el nivel de lo maravilloso y lo divino. A los 110 años, cada línea de mi trabajo tendrá vida propia».

Egrets from Quick Lessons in Simplified Drawing, Hokusai, 1823. vía Wikimedia Commons

El artista de los 30 nombres

Nació durante el periodo Edo, en la ciudad del mismo nombre. Hijo de una concubina y de padre desconocido, fue adoptado por una familia de artesanos. Estudió el arte del grabado y a los 18 años entró al taller del maestro Shunsho, donde aprendió el ukiyo-e —estampa japonesa—. Por cuestiones de deudas tuvo que usar alrededor de 30 heterónimos, como Shunro, Taito, Iitsu, Gakyo rojin Mangi —‘El viejo loco por la pintura’— y Hokusai, que adoptó a los 37 años.

El rayo y el éxito

A pesar de trabajar arduamente desde la adolescencia, a los 50 años Hokusai aún se sentía un aprendiz. Se cuenta que una noche, al salir de un templo budista donde había rezado, estalló una tormenta eléctrica y le cayó un rayo. Desde entonces, sus obras adquirieron un nivel superior y empezó a ser considerado un gran artista. Cinco años después, en 1814, publicó el primer volumen de su colección de manga—‘dibujos diversos’—, donde se pueden ver animales, plantas, seres fantásticos como brujas, fantasmas y dragones, actores de Kabuki, geishas y gente común ejerciendo sus oficios cotidianos.

Fragmento, Dragon flying over Mount Fuji. Hokusai, vía Wikimediacommons

El hombre al que muchos admiraron

Su obra es tan variada como apreciada. De él es Kanagawa oki nami ura —La gran ola de Kanagawa, que forma parte de Treinta y seis vistas del Monte Fuji—, así Tako to ama El sueño de la esposa del pescador—, del género shunga —estampa erótica—. A él se le deben por igual hermosos grabados del monte Fuji que detalladas ilustraciones de la naturaleza: aves, peces, flores, cascadas…

Hokusai se casó dos veces —y ambas enviudó—, vio morir a su hijo mayor y vivió en compañía de su hija Oei, artista como él. Van Gogh, Monet, Gaugin, Picasso y muchos más han caído bajo su influjo. Claude Debussy se inspiró en La gran ola para su pieza La mer, y para los estudiantes de arte su serie Manga es un libro de texto. «El viejo loco por la pintura» no sólo vivió su locura, sino que la transmitió hasta nuestros días.

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