¡Que le corten la cabeza!

Al escuchar su nombre, no es difícil imaginar un desfile interminable de cabezas dentro de una canasta, mientras un grupo de señoras tejen despreocupadas frente a tan sanguinario espectáculo. Aunque la guillotina se convirtió en emblema de la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII, su origen es aún más antiguo.