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Aborto

Según los antropólogos, el aborto ha sido y sigue siendo —hoy en día, en menor medida gracias a la existencia de los anticonceptivos— la forma que tienen las civilizaciones de controlar la demografía y la carencia de recursos.

Según los antropólogos, el aborto ha sido y sigue siendo —hoy en día, en menor medida gracias a la existencia de los anticonceptivos— la forma que tienen las civilizaciones de controlar la demografía y la carencia de recursos.
En los albores de este siglo, Steven Levitt, un economista de la Universidad de Chicago, lanzó una teoría que busca comprobar con estadísticas y mucha agudeza que el aborto puede considerarse como una herramienta en la lucha contra el crimen. Todo surgió de la pregunta: ¿Por qué el índice de criminalidad en Nueva York disminuyó a partir de la década de los años 90?
Steven D. Levitt y John Donohue realizaron un estudio en 2001 acerca del aborto que sugiere que se puede poner freno al crimen fácilmente si se proporcionan mejores ambientes para los niños expuestos al riesgo de ser criminales en el futuro. Advierten, sin embargo, que sus hallazgos «no deben ser mal interpretados, ya fuese como una aprobación del aborto o como una llamada a la intervención del Estado en las decisiones de la fertilidad de la mujer».

El estudio completo puede consultarse en el capítulo «¿A dónde han ido todos los criminales?», en el libro Freakonomics de Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner. Barcelona: Ediciones b, 2006.


A finales de los años 60, varios estados empezaron a permitir el aborto en circunstancias extremas. Para 1970, cinco estados lo habían legalizado completamente y hecho accesible a la población. El 22 de enero de 1973, la legalización del aborto se extendió repentinamente a todos los EE. UU. gracias al fallo del Tribunal Supremo en el caso Roe contra Wade, y que el juez Harry Blackmaun expresó diciendo: «…El cuidado del hijo puede poner a prueba su salud mental y física; también existe la angustia […] y el problema de criar un hijo no deseado en una familia que ya es incapaz de cuidar de él…». Esta sentencia dio voz a lo que las madres rumanas y escandinavas sabían desde hacía tiempo atrás: que cuando una mujer no desea tener un hijo, generalmente tiene buenas razones para ello.
El primer año después del caso Roe contra Wade, en los EE. UU. abortaron cerca de 750 mil mujeres —aproximadamente un aborto por cada cuatro nacimientos—; en 1980, la cifra de aborto fue de 1.6 millones. Según un estudio, el hijo típico que no nació durante los primeros años de la legalización, hubiera tenido 50% más de vivir en la pobreza que la media, y 60% de vivir con un solo padre, y estos dos factores se encuentran entre las circunstancias determinantes en el futuro criminal de un niño.
El primer año después del caso Roe contra Wade, en los EE. UU. abortaron cerca de 750 mil mujeres —aproximadamente un aborto por cada cuatro nacimientos—; en 1980, la cifra de aborto fue de 1.6 millones. Según un estudio, el hijo típico que no nació durante los primeros años de la legalización, hubiera tenido 50% más de vivir en la pobreza que la media, y 60% de vivir con un solo padre, y estos dos factores se encuentran entre las circunstancias determinantes en el futuro criminal de un niño.

Según datos de El Colegio de México, en los 32 estados en México el aborto es legal cuando el embarazo es producto de una violación; en 29 se permite cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la madre; en 29 cuando el aborto se produce de manera imprudencial; en 13 en casos de malformaciones congénitas; en 11 cuando el embarazo es producto de una inseminación artificial no consentida; en 10 cuando el embarazo constituye un riesgo severo a la salud materna; y en un estado, Yucatán, por razones económicas.

A principios de los 90, cuando la primera generación de niños que nacieron tras el caso de Roe contra Wade dejaba atrás la adolescencia, el índice de criminalidad comenzó a descender. Sin lugar a dudas la teoría que vincula al aborto con este descenso, provoca múltiples reacciones, desde la incredulidad, hasta el rechazo, y múltiples objeciones, de las cotidianas a las morales. La primera objeción más probable resulta también la más simple: ¿es cierta la teoría? Quizá la relación entre aborto y criminalidad sea meramente de correlación y no de causalidad.
Lo que indica la relación entre el aborto y el crimen es lo siguiente: cuando el gobierno ofrece a una mujer la oportunidad de tomar su propia decisión acerca del aborto, ella suele preguntarse seriamente si se encuentra en posición de criar a un hijo en condiciones adecuadas. Si decide que no puede hacerlo, con frecuencia elige abortar. De ser cierta esta teoría, eso significaría que en México, a partir del 2010, la delincuencia irá en decaimiento, ya que habrá menos personas en los grupos de edad en los que suele haber más delincuentes.
La versión completa de este texto está en el artículo “Crimen interruptus o el lado bueno del aborto” en Algarabía 74.

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