Caifás

En la década de los 50 era común escuchar a los delincuentes gritar: «¡caifás con la lana!» mientras apuntaban con un arma, cuchillo o cuanto tuvieran a la mano. En el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua, se define como una expresión popular que se utiliza para «solicitar a una persona la entrega o el pago de algo», es decir, que es sinónimo de «caite con la lana».
A primera vista, o más bien a primer oído, pareciera
 que esta expresión, poco a poco caída en desuso, tiene
 una estrecha relación con el sacerdote Caifás, quien es mencionado en el Nuevo Testamento, y supuestamente convenció a Poncio Pilato de entregar a Jesús a los romanos debido a la gran envidia que sentía hacia los milagros de éste. sin embargo, esta anécdota resulta más útil para explicar la mexicanísima expresión: «La ley de Caifás: al jodido joderlo más».
En realidad, caifás tiene un origen bastante alejado de toda historia bíblica, puesto que se deriva de caifán, otra palabra muy mexicana que es una contracción de «me cae fine» —me cae bien—, posteriormente caifain y luego caifán. Esta expresión comenzó a utilizarse en algunas zonas fronterizas donde nació el spanglish en las primeras décadas del siglo xx, justo cuando comenzaba a surgir la cultura chicana.
Posteriormente se denominó caifán al «sujeto preeminente en un barrio de ciudad» —de acuerdo con el dem— o bien, a los pachucos que se convertían en los padrotes del barrio y que pedían derecho de piso o cuotas. De ahí se convirtió en caifás y su uso para exigir a alguien que liquidara su deuda, aunque fuera durante un asalto.
Para conocer ésta, y el origen de algunas «palabras tristes», consulta la edición 124 –especial sobre el dinero– de la revista Algarabía.

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