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Adulteración, calco y cachirul

Entre originales y copias hay diferencias, pero hay de copias a copias y, como no todas son de fiar, aquí dejamos algunos términos que le ayudarán a darse cuenta de cuando alguien o algo es una copia fiel o una imitación chafa.

PALABROTAS

Adulteración
Es el acto de adulterar algo, en el sentido de «falsificar». Se conforma con el prefijo –ad, ‘llevar a’, y alter, ‘otra’, lo que le da el sentido de llevar a alguien a otra verdad. La presencia del sufijo –ción le integra el sentido de ‘efecto o acción de’; por eso la adulteración es el «acto de llevar a alguien a otra verdad». Entre sus usos están el de «adulterarse» a sí mismo, falsificar algún documento o la adulteración de alimentos.
A Joel lo corrieron por adulterar los licores con alcohol del 96.
Calco
Proviene del verbo transitivo «calcar» y éste, a su vez, del griego χαλκος, khalkos, ‘cobre’. Resulta de calcar, es decir, copiar, reproducir, transcribir o imitar; una imitación o apropiación que se aproxima con la mayor fidelidad posible al original; también es la reproducción que se obtiene calcando un grabado o dibujo. En cuestiones lingüísticas, se le conoce así al la traducción de una expresión en otra lengua, adaptando su morfología o sintaxis a la estructura original; por ejemplo, mise< en scéne/em>, del francés, lo adoptamos en español como ‘puesta en escena’.
Esa firma es un calco de la de Stan Lee; seguro le sacas harta lana en la expo.

ARCAíSMO

Cachirul
Recuerdo perfectamente los viernes por la tarde frente al televisor, esperando mi programa favorito: Teatro fantástico, y tomando mi chocolatote. Cada tarde mis hermanos y yo nos arrullábamos con los cuentos teatralizados por gran variedad de actores, encabezados por Enrique Alonso, «Cachirulo». Este personaje con peluca color zanahoria entretuvo a muchos niños durante casi 17 años, entre las décadas de 1950 y 1960 —y más, porque lo siguieron repitiendo por lo menos diez años más—. El caso es que fue un clásico de la televisión mexicana que «formó» a más de una generación.
cachirulo
«Cachirulo» se volvió un personaje icónico, pues de su nombre se tomaría la palabra cachirul, empleada en el argot deportivo; claro que desde antes este término de cachirul o cachirulo refería —según nuestro Diccionario de mexicanismos— a algo ilegítimo, engañoso, como una boda con cura falso; a un hijo no legítimo —llamado también cachirulazo—; a una vil trampa, o bien, a una «persona que en el seno de un colectivo, generalmente una competición deportiva o un órgano político, incumple o acredita fraudulentamente alguna de las condiciones que el reglamento de admisión exige», lo que me lleva a otro recuerdo, por demás vergonzoso.
A finales de los años 80 el futbol puso en boga la palabra para referirse a los jugadores de más de 20 años que falsificaron sus actas de nacimiento y se registraron para estar en la Selección sub-20. Esto fue un sonado escándalo conocido como «el cachirulazo», que le privó a la Selección nacional —la de los mayores de edad— su participación en el Mundial Italia 90. Aquí se aplicaron dos connotaciones de cachirul: la que equivale a engaño y aquella otra de «Cachirulo» ya viejito, pero con su pelucota naranja, su camiseta a rayas y la palma extendida mientras exclamaba con voz falsamente infantil: «¡Adióoos, amigos!»
Para leer más artículos como éste, en donde exploramos el concepto de «falso», consulta el número 155 de Algarabía.
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