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Lenguaje ñero: is barniz, nel pastel

A finales de los años 60, jóvenes de diversas partes del mundo se organizaron para protestar en contra de los sistemas políticos, de las diferencias raciales y de clase, y de los estilos de vida convencionales. Con estas manifestaciones silenciosas, llegó el ruido de un nuevo lenguaje, impregnado de «sucios» ritmos como el rock y el blues, con alusión a las drogas y a la necesidad de una paz mundial: el lenguaje de la chaviza.

Éste llegó a México por la frontera con los EE. UU. primero a los barrios limítrofes de la capital, luego a las bandas de chavos de los barrios pobres quienes, a su vez, lo transmitieron a los jóvenes de la clase media. Así fue como esta nueva forma de hablar se desarrolló en los hoyos funkys, los cafés cantantes y los cafés existencialistas.

El «lenguaje ñero», denominado así por el escritor de La Onda, Parménides García Saldaña, identificó a la juventud sesentera y setentera: por una parte a los chavos banda, que cantaban con The Rolling Stones y The Doors, y hablaban de drogas y sexo —temas censurados por el gobierno y la sociedad de aquellos tiempos—, y también a la generación del flower power, de los hippies vestidos de manta, que oían a Bob Dylan y se rendían ante la filosofía existencialista.

Foto de Vasilios Muselimis en Unsplash.

Los hablantes de aquel entonces retorcieron el lenguaje: mexicanizaron términos del inglés, cambiaron el orden de las letras, les agregaron palabras para que rimaran aunque no tuvieran sentido, alargaron las expresiones haciéndolas a la vez jocosas e incomprensibles para quienes no estaban «en su misma onda». Este lenguaje pertenece a otros años, pero hasta la fecha no faltan los nostálgicos —ahora pertenecientes a la momiza— que acarrean todavía algunas reminiscencias en su vocabulario. Para muestra, bastan las siguientes expresiones:

¿Qué jais?

Según el Diccionario de mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua, es una «expresión popular que se usa para saludar y preguntar si hay novedades». A veces suele añadirse «mi cuais» —«mi cuate»—, para que rime. Es una variante de otras expresiones como «¿qué hay?», «¿qué traes?» o «¿qué pedo?». En general, se usa amablemente a modo de saludo; dependiendo de cómo se pronuncie puede funcionar también como una especie de reto.

¿Qué jais, mi cuais, ya acabaste la prepa o sigues de fósil?

Tons , ¿qué jais? Si no te parece, nos vemos a la salida.

Is barniz / ix barnix

Significa «sí» al revés y rimado. Es otra forma de decir «simón» o «simondor». Jesús Flores Escalante, en su Morralla del caló mexicano, añade que «ix», como contracción de «is», se deriva de ixtle.

Foto de Usman Yousaf en Unsplash.

—Y tú, sobrino, no le prestes nada a tu primo, a no ser que te deje algo en garantía, algo en prenda, ¿entendido?
—Is barniz.
—Ah, ya hasta también hablas como él, ¿eh?
—Is barniz, quiere decir «entendido».

Nel pastel / nel papel

Así como se usa el «is» para asentir, se usa el «nel» para negar. Esta locución adverbial es probablemente el apócope de Nelson, y el pastel o papel se le agrega sólo para que rime. Otra forma de decir «no» es invirtiendo las letras de esta palabra: «on».

¿Alguien podría estar en contra de una asociación masiva tan bella; existía en el mundo algún antecedente tan hermoso? ¡No, nel, nelazo! Adolescentes y jóvenes se habían unido en son de Paz y Amor.

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