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¡Ay, ay, ay, ay!

Ay no es lo mismo que hay ni tampoco que ahí, como otros creen. He aquí el porqué.

Empecemos por decir que ay, hay y ahí son palabras homófonas, es decir, suenan igual, pero su significado es diferente, y como ellas tres, hay muchas más, por ejemplo:

  • tuvo: pretérito indicativo de la segunda persona del singular del verbo tener.
  • tubo: pieza hueca de forma cilíndrica, abierta por ambos extremos.

Entonces, la cosa es más grave, porque ahora se trata del significado y, a partir de ello, de prestar atención a lo que queremos decir y saber cuál es el término que debemos emplear. Así:
• Si queremos expresar sorpresa, dolor, aflicción, miedo o conmiseración, el término correcto es ¡ay!

¡Ay, me duele la cabeza!

• Tendremos que usar hay, si lo que queremos es expresar:

a) que algo es necesario o conveniente:
Hay que ponernos pronto de acuerdo para terminar a tiempo el trabajo.

b) que algo existe, no importa si es real o imaginario:
Hay sueños que no se pueden posponer y es importante saberlo.

c) alguna frase hecha como, «no hay de qué», que no hay razón o motivo para algo:
No hay de qué preocuparse.

• Por último ahí, si lo que queremos es:

a) precisar un lugar:
Déjalo ahí, sobre el escritorio.

b) especificar que nos referimos a algo en particular:
Es precisamente ahí donde me atoro.

Y no olvidemos el tan mexicano y coloquial a’i, que tiene sus particulares formas de escribirse: a’i y ai, y que se pronuncia más como ay /ái/ que como ahí //, aunque su significado equivale al de ahí:

¿Qué no ves el disco en la mesa? ¡A’i stá!

Por lo tanto, no te dejes llevar por los sonidos, sino por el significado, y pon cada «¡ay!» en su lugar; de esa forma, quienes lo lean, cantarán en vez de llorar.❧

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