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Editorial 129. Supercarta editorial

¡Santas Algarabías Batman! Que esta revista está realmente súper; superoriginal, superdivertida, superdiferente...

¡Santas Algarabías Batman! Que esta revista está realmente súper; superoriginal, superdivertida, superdiferente, superultrawow, en principio porque tiene al Caballero de la noche y al Hombre de acero engalanando sus páginas.
Pero ¡no!, no creas para nada que se trata de hablar de sus cómics o de sus hazañas, sino de dos análisis semióticos de estos personajes, de por qué son héroes, por qué han permanecido en el inconsciente colectivo por tanto tiempo y de sus orígenes, causas y simbología. El de Superman estuvo a cargo de Umberto Eco, mientras que el de Batman es de Mariana Jurado. Ambos interesantes y profundos, con sendas cronologías.
Y esta Algarabía 129 también está súper porque es de ésas que no presentan un tema central, ni dossier, ni contenido monográfico, sino que tiene de todo un poco, igual que las Algarabías canónicas: un poco de lengua, un poco de arte, un poco de chile, de dulce y de manteca.
Para empezar tenemos el candado de la bici, tan útil y necesario como Objeto de mi afecto, junto con una disertación sobre la conciencia y la anestesia. También está ese señor que nos dijo «vive feliz ahora mientras puedas» en el Genio y figura: José María Napoleón; una lista completa de los 570 municipios de Oaxaca con todo y su mapa, y las palabrotas: crepúsculo, opúsculo y corpúsculo, seguidas de la mostaza, ese grano que no vale nada pero que salvó a los ingleses de morir de inanición y que puede cambiar un platillo de soso a fulgurante en segundos.
Por ahí entramos a la Villa de los hermanos Lumière; hacemos una disertación interesante sobre el género en la lengua y por qué el sexismo no reside en él; nos inmiscuimos en los últimos días de Bizancio y le damos números muy reveladores sobre la cultura en México.
Y eso no es todo: interpretamos el fenómeno lingüístico del leísmo; nos alarmamos por las pérdidas que acarrea el robo hormiga —tan típico, tan familiar, tan de nosotros—; hacemos un glosario de telas, sí, de telas, porque pocos sabemos cuál es cuál: si son naturales, si son sintéticas, cómo se llaman y cómo se ven; además, le decimos qué ciudades son las más esperanzadoras, y qué es eso de hablar dormido —somniloquia.
Terminamos con motes como idiota, imbécil y estúpido, que ya vislumbran nuestro Diccionario de insultos, de próxima publicación.
¡Bam! ¡Pum! ¡Crash! ¡Kapow! No es un pájaro, no es un avión, ¡es Algarabía 129!

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