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Nombrar y dibujar la naturaleza del Nuevo Mundo: Códice de la Cruz Badiano

Cuando Cassiano dal Pozzo, el asistente del papa, regresó al Vaticano desde España en 1626, llevaba consigo el Códice de la Cruz Badiano.
Nombrar y dibujar la naturaleza del Nuevo Mundo: Códice de la Cruz Badiano

Cuando Cassiano dal Pozzo, el asistente personal del papa, regresó al Vaticano desde España en 1626, llevaba consigo un manuscrito mexicano de 1552 sobre historia natural llamado, en latín, el Libellus de medicinalibus Indorum herbis. Este maravilloso herbario contenía ilustraciones de más de 180 plantas mexicanas. Conocido como el Códice de la Cruz Badiano, es considerado el primer examen ilustrado de la naturaleza jamás producido en el Nuevo Mundo.


En 1552, el hijo del virrey Francisco de Mendoza envió el manuscrito a España, donde probablemente permaneció hasta comienzos del siglo xvii, cuando cayó en manos de Diego de Cortavila y Sanabria, el boticario real. El manuscrito apareció después en la biblioteca del cardenal italiano Franceso Barberini, y permaneció ahí hasta 1902, cuando la Biblioteca Barberini pasó a ser parte de la del Vaticano. El herbario fue redescubierto en 1929 por Charles Upson Clark y, finalmente, en 1991 el papa Juan Pablo ii regresó el Libellus a México, y que ahora se encuentra el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Herbolaria indígena

Este herbario de la época inmediatamente posterior a la Conquista está organizado en capítulos asociados con partes del cuerpo, empezando por las afecciones de la cabeza, los ojos, los oídos, la nariz, los dientes y las mejillas; sigue con el pecho, el estómago, las rodillas y los pies, y termina con los capítulos del «Remedio contra el miedo o poquedad de ánimo», «Algunas señales de la cercanía de la muerte», «Mente de Abdera» y, por último, «Vejados por el torbellino o el ventarrón», y «Para el viajero cruzando un río o lago». Las enfermedades tratadas en el herbario están nombradas en latín de acuerdo con la tradición de los herbarios medievales y de la época moderna europea; sin embargo, los nombres de las plantas están todos escritos en náhuatl.


El manuscrito, producido por un médico nahua llamado Martín de la Cruz, y traducido al latín por Juan Badiano —un traductor del náhuatl—, fue un regalo para el rey de España con el fin de demostrar el mérito de educar a la nobleza nahua en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. A primera vista, este maravilloso códice parece un típico herbario medieval. Sin embargo, una mirada más aguda revela una fascinante mezcla entre las culturas mexica y europea.
Como un regalo para el rey, los aspectos estéticos sin duda jugaron un papel fundamental, y por ello se incluyeron un gran número de ilustraciones. La belleza de las imágenes es innegable, y el uso de numerosos colores para retratar el mundo natural, sobrepasa otras representaciones de la naturaleza de la época. Este manuscrito es un ejemplo del encuentro entre dos sistemas de escritura, y por ende de sistemas de conocimiento, con múltiples oscilaciones de la tradición pictográfica de jeroglíficos, a la alfabética. Las ilustraciones no están entonces subordinadas de ninguna manera a la escritura. La evidencia visual y el análisis lingüístico del náhuatl ofrecen maneras de aproximarse a las complejidades de diferentes formas culturales, y proveer información sobre la historia natural del México de la posconquista, que no se encuentran en los textos alfabéticos en latín.


María José Afanador Llach es politóloga e historiadora bogotana, candidata a doctorado de la Universidad de Texas en Austin. En su investigación estudia la producción de conocimiento y narrativas sobre el mundo natural en la América Latina colonial. Está interesada en que sus investigaciones se divulguen de forma creativa en medios alternativos al académico.

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