adplus-dvertising

El sadomasoquismo

El término sadismo se acuñó a partir del apellido del novelista Donatien Alphonse François de Sade —conocido como «el Marqués de Sade»—, en cuyas obras son recurrentes los personajes que se regocijan produciendo dolor a otros.

El término sadismo se acuñó a partir del apellido del novelista Donatien Alphonse François de Sade —conocido como «el Marqués de Sade»—, en cuyas obras son recurrentes los personajes que se regocijan produciendo dolor a otros.
A principios del siglo xx —época en que comenzó a estudiarse con mayor profundidad—, el sadismo fue definido como una perversión 1 La perversión era, según Freud,«una desviación sexual con respecto a la norma». psíquica de carácter sexual, que consiste en experimentar placer con el sufrimiento de la persona deseada. El sadismo, pues, radica en cometer actos de violencia y sometimiento ejerciendo el poder sobre la otra persona, que es considerada como un simple objeto.

Por su parte, el masoquismo es la acción pasiva propia del que goza al verse o sentirse maltratado o humillado. Su nombre se deriva del apellido del escritor Leopold von Sacher-Masoch, quien describió en su literatura este tipo de prácticas sexuales. Ambos términos fueron registrados por primera vez en 1886 por el psicólogo y médico forense Von Kraff-Ebing en su libro Psicopatía sexual2 Richard von Krafft-Ebing, Psichopathia sexualis, Valencia: Editorial La Máscara, 2000..
Como para Freud el sadismo no era sino una reversión del masoquismo, los términos se fusionaron para explicar la relación intrínseca que se da entre ellos: el sadomasoquismo. Al ser una fusión de ambas «perversiones», éste se asumió como la relación consensual entre un sádico y un masoquista, en la cual, mediante una serie de prácticas, uno inflige el dolor —para provocarse placer al inflingirlo—, y el otro se subyuga para recibirlo. En un acto sadomasoquista, el dominante somete física y verbalmente al dominado durante el sexo, mediante golpes —también puede atarlo o amordazarlo— o insultos, de modo que éste se ve obligado a cumplir los deseos, sea cual sea su carácter, de «su victimario».
A veces los sujetos sadomasoquistas en sus prácticas usan objetos como esposas, látigos, trajes de cuero o látex…, de modo que con frecuencia esta práctica se relaciona con el fetichismo. Pero otras muchas veces el sadomasoquismo es psicológico, de control y función, o juego de roles. Por décadas el sadomasoquismo fue considerado una enfermedad mental. Sin embargo, en 1996, la Asociación Americana de Psiquiatría lo suprimió de la lista de trastornos, aunque sigue siendo objeto de estudio de sociólogos, sexólogos, psiquiatras, psicoanalistas y otros especialistas.

A lo largo de la historia el sadomasoquismo ha inspirado al arte y la literatura, y en el cine es motivo de películas como Terciopelo azul (1986), de David Lynch, o Saló o los 120 días de Sodoma (1975), de Pier Paolo Pasolini. Un ejemplo reciente de su influencia está en la novela rosa Fifty Shades of Grey, en donde se hace presente el bsdmBondage,3 El bondage consiste en las ataduras o encordamientos que se hacen a una persona con fines sexuales. dominación, sadismo, masoquismo—, una subcultura derivada del sado.
Hoy en día, el sadomasoquismo, más que una perversión, es asumido como una tendencia sexual libre de ser ejercida por cualquier individuo, eso sí, consensualmente.

Casos sadomasoquistas

Los casos que se presentan a continuación pertenecen al primer libro en el que aparecen registrados los términos sadismo y masoquismo: Psychopathia sexualis de Richard von Krafft-Ebing. En ellos se describen las acciones de algunos sujetos que sufrían dichas perversiones.
Caso 15. Sadismo
Durante la década de 1860 los habitantes de Leipzing vivieron aterrorizados por un hombre que acostumbraba a atacar en la calle a mujeres jóvenes, apuñalándoles el brazo con una daga. Una vez detenido, fue calificado de sádico, pues en el instante de clavar el puñal tenía una eyaculación y para él la herida de las muchachas era el equivalente de la cópula.

Caso 26. Masoquismo ideal
Z., de veintisiete años, artista, de fuerte constitución, de aspecto agradable y sin antecedentes familiares hereditarios.
Sano en su adolescencia, desde los veintitrés años había sido nervioso y proclive a la hipocondría. Aunque se jactaba de sus hazañas sexuales, no era muy viril. A pesar de que se relacionaba con mujeres, sus relaciones con ellas se limitaban a atenciones inocentes.
Al mismo tiempo, era notable la atracción que sentía por las mujeres que eran displicentes con él. Desde los veinticinco años había notado que las mujeres, por muy feas que fuesen, siempre lo excitaban sexualmente cuando descubría algo de dominante en su carácter. Una palabra enojosa de los labios de tales mujeres era suficiente para provocarle las erecciones más violentas. Así, un día estaba sentado en un café escuchó que la —fea— cajera regañaba a los camareros a voz en grito. Esto le produjo una excitación sexual muy intensa, que pronto terminó en eyaculación.
Z. pedía a las mujeres con quienes iba a tener relaciones sexuales que lo insultasen y lo molestasen de diversas maneras. Pensaba que sólo una mujer como las heroínas novelescas de Sacher-Masoch sería capaz de seducirlo.
Caso 29. Fetichismo/Sadomasoquismo
Se trata de un hombre joven y fuerte, de veintiséis años. Nada en el sexo opuesto excitaba su sensualidad excepto los zapatos elegantes en los pies de una mujer de grandes pechos, sobre todo si estaban fabricados con charol y tenían tacones altos. Los zapatos solos, sin una mujer, le bastaban. Verlos, tocarlos y besarlos le proporcionaba el placer más grande. El pie femenino, desnudo o cubierto con una media, no le hacía efecto alguno. Desde niño sentía debilidad por los zapatos de mujer.
X. era potente; durante el acto sexual la mujer debía estar elegantemente vestida y, sobre todo, debía tener puestos unos zapatos bonitos. En el momento de mayor excitación se le venían al pensamiento, ideas crueles relacionadas con los zapatos. Imaginaba con deleite la agonía del animal que provenía el cuero. A veces sentía el impulso de llevarse pollos y otros animales cuando iba con una prostituta, a fin de que ella los pisara con sus bonitos zapatos y le proporcionara placer. Llamaba a esto «sacrificios ofrecidos a los pies de Venus». Otras veces hacía que la mujer anduviera sobre él con los zapatos puestos, apretando con todas sus fuerzas.
Puesto que no sentía el menor placer sensual con las mujeres, hasta el año anterior le había bastado con acariciar los zapatos femeninos que le gustaran, logrando así la eyaculación y una satisfacción completa.

—o—

«¿Sabes qué es una carta de amor? Es la bala de una pistola.»


Referencias

  1. La perversión era, según Freud,«una desviación sexual con respecto a la norma».
  2. Richard von Krafft-Ebing, Psichopathia sexualis, Valencia: Editorial La Máscara, 2000.
  3. El bondage consiste en las ataduras o encordamientos que se hacen a una persona con fines sexuales.

Compartir en:

Twitter
Facebook
LinkedIn
Email

Deja tu comentario

Suscríbete al Newsletter de la revista Algarabía para estar al tanto de las noticias y opiniones, además de la radio, TV, el cine y la tienda.

Las más leídas en Algarabía

Scroll to Top