Causas y azares – Algarabía https://algarabia.com Algarabía Wed, 28 Jun 2023 20:18:48 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.2 https://algarabia.com/wp-content/uploads/2021/06/favicon.png Causas y azares – Algarabía https://algarabia.com 32 32 El Oscar que debió llamarse Emilio https://algarabia.com/el-oscar-que-debio-llamarse-emilio/ https://algarabia.com/el-oscar-que-debio-llamarse-emilio/#respond Wed, 28 Jun 2023 12:00:00 +0000 https://algarabia.com/?p=56431 El Oscar que debió llamarse Emilio Read More »

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Rn 1927 Louis B. Mayer, presidente de la Metro-Goldwyn-Mayer —MGM—, fundó la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas —AMPAS, por sus siglas en inglés— con la finalidad de darle una estructura sólida a la entonces joven industria del cine. Poco tiempo después, a los miembros de la reciente organización se les ocurrió premiar a quienes laboraban tanto detrás como delante de la pantalla grande. Así, en 1929 se realizó la primera ceremonia de entrega de los Premios de la Academia.

Aquella fue la primera vez que pudieron verse las estatuillas de un hombre de pie sobre un rollo de película, con ambas manos apoyadas en una espada. El encargado de diseñar los premios fue el director de arte de la Metro, Cedric Gibbons, y el modelo del Oscar, un mexicanísimo personaje.

En aquella época, Gibbons estaba casado con una cotizada actriz de Hollywood, la duranguense Dolores del Río. Fue ella quien le presentó a un actor mexicano que había aparecido como extra en varias películas. Se trataba de Emilio Fernández Romo, posteriormente conocido como el «Indio» Fernández.

En un principio, cuando Gibbons le pidió que posara desnudo para realización de la estatuilla, el «Indio» se negó rotundamente, pero su amiga Dolores del Río lo convenció de que lo hiciera, argumentando que era un privilegio haber sido elegido como modelo para la creación de un trofeo tan importante. Por fin, el «Indio» accedió y su estilizado cuerpo fue inmortalizado en la estatuilla que, aunque no tiene definidos sus rasgos faciales, trascendió el espacio y el tiempo, convirtiéndose en el premio más deseado y prestigioso del cine mundial.

EL INDIO EN HOLLYWOOD

Emilio Fernández Romo nació en Mineral del Hondo, Coahuila, en 1904. Fue hijo de un militar y participó en la Revolución Mexicana. Después cruzó la frontera Norte para buscar «el sueño americano». Comenzó a trabajar como albañil en la naciente zona residencial de los famosos, Beverly Hills, lo que le permitió acercarse a la MGM, compañía en donde la hizo de todo: jalacables, asistente de vestuario, barman y asistente de cámara.

Su primer trabajo como extra fue, al parecer, en la cinta Torrente (1933), en la que también debutó ante Hollywood la diva Greta Garbo. La oportunidad de que los productores se fijaran en su atlético cuerpo —había sido clavadista en La Quebrada, de Acapulco [1]— llegó cuando hizo castings para actuar en cuatro películas con escenarios de playa. No fue elegido en ninguna, pero sus fotos de clavadista quedaron archivadas y fue por ellas que Cedric Gibbons se interesó en él para su diseño del Oscar. Lo demás es historia.

EL INDIO EN MÉXICO

Lo que inmortalizó al «Indio» Fernández fue su trabajo como director cinematográfico [2], el cual creció paralelamente al movimiento muralista conformado por Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. El «Indio» fue el artista del celuloide por excelencia en la Época de Oro del cine mexicano [3], al resaltar nuestras raíces mostrando el pintoresco mundo rural y la belleza de la mujer indígena.

Emilio Fernández convirtió en divas nacionales —e internacionales— a Dolores del Río y a María Félix. Fue creador de cintas inolvidables como Flor Silvestre (1943) [4], María Candelaria (1943) [5], La perla (1945) [6], Río Escondido (1947) [7] y Pueblerina (1948), entre muchas otras, de la mano del excelente fotógrafo Gabriel Figueroa. Su fama trascendió fronteras y sus realizaciones le han dado la vuelta al mundo.

La Casa Fuerte, ubicada en el barrio de Coyoacán, es un monumento arquitectónico que construyó para el «Indio» el arquitecto Manuel Parra, su entrañable amigo. Fue su guarida y su inspiración, Fernández dejó florecer su talento entre sus muros, testigos de bohemias con artistas e intelectuales, así como de muchos amores.

En estas tertulias el «Indio» compartía sus anécdotas, como aquella en la que contaba haber modelado para la estatuilla de la Academia, pero pocos le creían. En 2009, sin embargo, se abrieron los archivos de Cedric Gibbons y se corroboró lo que contaba el «Indio». Actualmente los estudios de la Metro cuentan con una sala dedicada exclusivamente a los premios de la Academia, en donde se pueden ver los documentos que prueban que el coahuilense decía la verdad.

DE EMILIO A OSCAR

Aunque la estatuilla por derecho propio debía llamarse Emilio, terminó siendo conocida como «Oscar». Pero, ¿cómo y por qué fue llamada así? Al respecto hay varias versiones. Una de ellas es la que reporta la actriz Bette Davis en sus memorias, asegurando que la estatuilla lleva ese nombre porque ella en una ocasión había dicho que se parecía a su primer marido: Harmon Oscar Nelson. Esta versión es poco creíble, ya que a Nelson lo conocían como Ham y pocos sabían de su segundo nombre.

Hay otra versión mucho más autorizada que la anterior, ya que hasta la página oficial de los premios Oscar la menciona. Supuestamente, en 1931, la bibliotecaria de la AMPAS, Margaret Herrick, al ver de cerca la estatuilla exclamó: «¡Se parece a mi tío Óscar!». Y desde entonces la figura recibió ese nombre.

Hay una tercera teoría, según la cual el columnista de chismes de Hollywood, Sidney Skolsky, se atribuye el sobrenombre del premio de la Academia. Skolsky relata en su libro Get Me Wrong, I Love Hollywood (1975) que en 1934 fue invitado por primera vez al banquete de entrega de premios y a partir de entonces lo llamó «Oscar» en todas sus columnas hasta que el nombre se institucionalizó en 1939.

Pueden seguir acumulándose las hipótesis, pero es innegable que el premio que debió llamarse Emilio, a los 85 años de edad, sigue siendo el más importante y codiciado de la industria cinematográfica.

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Las tarjetas de Navidad https://algarabia.com/las-tarjetas-de-navidad/ https://algarabia.com/las-tarjetas-de-navidad/#respond Wed, 21 Dec 2022 18:05:43 +0000 https://algarabia.com/?p=45020 Como sucede con tantos otros temas, son muchos los formados en la fila, sea para adjudicarse su verdadero origen, o bien, para desacreditar al que se lo haya atribuido. Pero en este texto tomaremos una actitud salomónica e intentaremos ser neutrales.

En primer lugar, tendríamos que diferenciar entre tres modalidades de felicitación navideña: la carta escrita, la impresa y la tarjeta navideña comercial.

Existen textos donde se menciona que, hacia 1450, en Alemania, ya se enviaban salutaciones impresas en vísperas de Año Nuevo, las cuales consistían en xilografías —es decir, impresiones hechas con planchas de madera grabada— que mostraban al Niño Jesús de pie en una embarcación tripulada por ángeles.

Las primeras tarjetas

Sin embargo, el primer antecedente claro es la costumbre que, desde inicios del siglo XIX, existía entre los estudiantes ingleses de enviar a sus hogares una felicitación por motivo de las festividades de fin de año —que engloban a la Navidad y al Año Nuevo—. Dichos mensajes eran propiamente cartas o textos breves, escritos sobre un papel o tarjeta que, en el caso de los estudiantes adinerados, solían ser hojas membretadas con sus rimbombantes y aristocráticos nombres grabados.


Esta costumbre pasó a los EE. UU., donde en un principio las tarjetas de felicitación eran entregadas personalmente; pero hacia 1822, comenzaron a enviarlas por correo.

La cantidad de envíos ocasionó tal saturación del sistema postal, que el superintendente de correos de la ciudad de Washington exigió la contratación inmediata de 16 carteros adicionales a su plantilla, e incluso presentó una solicitud formal ante el Congreso para que se limitara el envío de tarjetas, en la que argumentaba: «No sé qué vamos a hacer si esto continúa así».

Llegó a España

Es un hecho que, en 1831, los dueños del Diari de Barcelona —un periódico catalán cuyo director era en ese entonces Antoni Brusi I Ferrer— tuvieron la idea de imprimir una tarjeta con una décima de felicitación navideña, para que fuera entregada a los clientes por sus mismos repartidores. La idea de la tarjeta, además de la felicitación festiva, era que a los repartidores se les diera un aguinaldo, a modo de gratificación.

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La tarjeta del Diari tuvo tanto éxito, que rápidamente fue copiada por otros periódicos españoles y se puso en boga también entre los carteros, gaseros, espiteros —encargado de encender las farolas públicas—, faroleros, las lecheras —mujer campesina que, tras ordeñar a sus animales, bajaba sosteniendo en la cabeza una cesta llena de jarrones de leche, por caminos y veredas que comunicaban al pueblo con la ciudad—, el sereno —persona encargada de vigilar las calles de los pueblos y de regular su iluminación en horario nocturno— y hasta los monaguillos.

Egley vs. Cole

Para algunos, la primera tarjeta navideña manufacturada en serie, fue creada por el inglés William Maw Egley, quien en 1842 grabó una escena en la que aparecían personas cenando y bailando, patinadores y pobres recibiendo regalos. Para otros, la primera tarjeta navideña comercial fue idea de Henry Cole, un prominente londinense que, entre otros muchos cargos, fue promotor de la Gran Exposición de 1851, director-fundador del Victoria and Albert Museum, y constructor del Albert Hall.

En 1843, atribulado ante la enorme cantidad de salutaciones escritas que por las pascuas navideñas tenía que preparar, escribir a mano y entregar, Cole decidió mandar a imprimir tarjetas con un mensaje y una ilustración alusivos a estas fechas, ahorrándose así la monserga de redactar cientos de mensajes personalizados.

Cole encargó el diseño de la tarjeta a John Callcott Horsley, un ilustrador de la Royal Academy quien, a su vez, pidió el grabado a John Thompson.

La famosa tarjeta —impresa a una tinta e iluminada a mano— fue diseñada como un tríptico cuya escena central era la de una familia departiendo en torno a una mesa entre abundante comida y bebida —como detalle peculiar, aparecía una niña bebiendo vino de una copa que su madre le acercaba a los labios—, y con la leyenda «A very merry Christmas and a Happy New year to you» —«Una muy agradable Navidad y un feliz Año Nuevo para usted»— escrito sobre un festón. En los lados del tríptico, había escenas de personas ricas vistiendo y alimentando a los pobres.

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Así como Cole fue muy felicitado por la idea de la tarjeta, también fue víctima de furiosos ataques por parte de puritanos que le reclamaban el incalificable hecho de mostrar a un niño bebiendo y «fomentando la corrupción moral de los niños».

Felicitaciones a la venta

En 1845 se inició «oficialmente» la costumbre de enviar tarjetas navideñas por correo, y fue W. C. Dobson —el pintor favorito de la reina Victoria— quien dio inicio a esta práctica. El envío de tarjetas se popularizó cuando la mismísima reina comenzó a enviarlas por miles.

Existían versiones de todo tipo: desde los diseños de Kate Greenaway —una escritora e ilustradora de libros infantiles inglesa— a base de pequeñas viñetas, hasta las litografías del reputado movimiento Arts and Crafts.

La notable reducción en los costos de impresión hizo que se pudieran comprar tarjetas por medio penique, y con esto la tarjeta navideña dejó de ser exclusiva de los ricos. Además, se volvió una costumbre que las familias añadieran su «toque personal», adornando las tarjetas con listones, recortes de tela, hojas secas, etcétera.

De Inglaterra, la moda de las tarjetas navideñas comerciales se extendió a Alemania y hacia los EE.UU gracias a Louis Prang, un emigrante alemán que llegó a territorio americano en 1850. En 1860, Thomas Nast, a quien podemos atribuir la prototípica imagen que hoy todos tenemos de Santa Claus —y no a Coca-Cola, como muchos afirman—, organizó la primera venta masiva de tarjetas de Navidad importadas de Alemania, en las que también aparecía impresa la frase «Feliz Navidad».

Para 1874, Louis Prang, que había establecido su negocio litográfico en Boston, decidió imprimir una colección de tarjetas de bajo costo, con la idea de exportarla a Inglaterra. El éxito fue tal, que al año siguiente imprimió un tiraje mucho mayor, destinado no sólo a su exportación, sino también a su venta dentro de los EE.UU.

Imágenes del recuerdo

Cuando se habla de la obra de Prang —a quien incluso se le llama «el padre de la tarjeta navideña estadounidense»— se hace referencia a que las jovencitas de esa época solían anotar en sus diarios la cantidad de «Prangs» que habían recibido.

Para 1893, el envío de tarjetas navideñas se incrementó aún más gracias a la modalidad Penny Post Card, que se enviaba como tarjetas postales con un costo fijo por envío. Lo anecdótico es que en 1890 Louis Prang se vio forzado a cerrar su negocio porque los estadounidenses prefirieron adquirir las tarjetas alemanas, que sólo costaban un penique.

Cada quien tiene una historia con las tarjetas navideñas y podrá guardar hacia éstas cierto cariño o absoluta indiferencia. En mi caso, la remembranza de las tarjetas es muy grata: mi madre escogiendo tarjetas y optando por tarjetas italianas clásicas que reproducían obras de arte sacro; a mi papá redactando y corrigiendo una y otra vez los textos con los que ponía al día a sus amigos.

Francisco Javier Nuño Morales —diseñador industrial egresado de la UAM Azcapotzalco— afirma que ya sin buñuelos, turrones, almendrados, huevitos de faltriquera y polvorones que elaboraban en «la Ocho» —la casa de sus abuelos paternos en Puebla—, ninguna Navidad puede serlo y que, dada esa irreparable ausencia, no puede estar sino de acuerdo con aquellos que sostienen que el sentido de la Navidad ya se perdió.
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¿Por qué ponemos arbolito en Navidad? https://algarabia.com/por-que-ponemos-arbolito-en-navidad/ https://algarabia.com/por-que-ponemos-arbolito-en-navidad/#respond Tue, 20 Dec 2022 03:15:22 +0000 https://algarabia.com/?p=56915 El origen de nuestro omnipresente y centelleante arbolito en Navidad, se remonta a una costumbre que ya se practicaba en el norte de Europa mucho antes del nacimiento de Cristo.

Con la intención de propiciar el retoño de las plantas y la victoria de la luz sobre las tinieblas, los antiguos germanos usaban ramas verdes en los ritos tradicionales y adornaban árboles de pino —o de cualquier otra hoja perenne— con objetos brillantes y velas encendidas, alrededor de los cuales la gente terminaba cantando y bailando.

Esta cultura consideraba que el mundo, al igual que todos los astros, pendían de la rama de un árbol gigantesco —el divino Yggdrasil—, al que rendía culto cada año durante el solsticio de invierno, que era cuando se gestaba la renovación de la vida.

Porqué ponemos arbolito en navidad

Según la leyenda, el obispo y mártir inglés San Bonifacio (680–754) llegó como misionero evangelizador a lo que hoy es Alemania y, para demostrar la superioridad de su fe, cortó de raíz un encino sagrado en la ciudad de Geismar, donde los habitantes acostumbraban depositar sus ofrendas y hacer sacrificios cada año.

Los nativos, indignados por tal atrevimiento, quisieron lincharlo, pero San Bonifacio no sólo logró calmarlos con su elocuencia, sino que los convenció de la llegada del hijo de Dios para salvar a los fieles y de que era necesario desterrar a otras deidades. La turba lo ayudó a plantar un pino en el mismo lugar donde estaba el encino sagrado y, a partir de entonces, se adornó el árbol cada año, como símbolo del nacimiento del Mesías.

El árbol de Navidad comenzó a difundirse fuera de Alemania en el siglo XVIII y, curiosamente, fue llevado a América del Norte antes que a Escandinavia o Francia.

En Inglaterra se popularizó —con todo y que los textos de Charles Dickens lo desdeñaban— gracias al príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria. Alberto, que era originario de Alemania, quiso tener un recuerdo de su tierra y, por ello, en 1840 ordenó instalar un enorme árbol de Navidad en el castillo de Windsor. El ejemplo fue adoptado rápidamente por el pueblo británico y de ahí se difundió a lo largo del Imperio.

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A México, el árbol navideño llegó durante el brevísimo reinado de Maximiliano de Habsburgo (1864-1867). Cuando éste fue fusilado, se desprestigiaron las costumbres fomentadas por el emperador y su corte, así que el pueblo dejó de decorar árboles en Navidad hasta que, en 1878, Miguel Negrete —rival de Porfirio Díaz— adornó un enorme árbol de forma tan espectacular, que le valió mención en varios diarios de la época.

La población adoptó paulatinamente este uso —sobre todo en las zonas urbanas—, que alcanzó su auge a partir de los años 50, cuando la mercadotecnia estadounidense influyó a las grandes masas por medio del cine y la televisión.

Actualmente en casi todas las ciudades del país —en plazas públicas y en los centros comerciales— se colocan árboles navideños que parecen competir en tamaño y espectacularidad. Dos de los más célebres son el de la Macroplaza de Monterrey y el que se sitúa en la esquina de Liverpool Insurgentes, en la ciudad de México, que, por cierto, fue el primero que se montó con esas características.

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Por la forma de agarrar el taco… https://algarabia.com/comer-por-la-forma-de-agarrar-el-taco/ https://algarabia.com/comer-por-la-forma-de-agarrar-el-taco/#respond Tue, 06 Dec 2022 21:17:45 +0000 https://algarabia.com/?p=42946 Comer. En palabras de Walt Whitman: «Lo gusto, lo engullo, lo asimilo, lo hago mío…», y de esta manera, cada cosa que el hombre se lleva a la boca para alimentarse manifiesta lo que es y lo declara en cada detalle: su cultura, su origen, su herencia, sus valores y sus gustos particulares.

Con la perspectiva que da el tiempo, podemos entender la forma en que el hombre ha refinado el acto de comer al procurarse instrumentos de todo tipo: por un lado, para preparar la comida y, por el otro, para llevarla a la boca.

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Así, cada alimento preparado requiere un momento, una postura, un espacio y un cacharro diferente, de tal manera que la creación de un platillo es lo que da lugar a los instrumentos con que se come, y éstos, a sus normas de uso. No es lo mismo comerse un «francés»1 de cochinita pibil a las 6 de la mañana en la blanca Mérida, que un chilorio sinaloense.2 La diferencia, en este caso, no estriba ni en los ingredientes ni en los poblados, sino en que el primero se come parado y sin cubiertos, mientras que el segundo, sentado a la mesa, en plato y con cubiertos.

Dentro de la enorme variedad de climas, ingredientes, costumbres, hábitos, utensilios y tradiciones, existe una serie de acciones al comer que definen la cultura culinaria de cada región. Así, vemos que no es la fina educación la que impone la manera de comer un platillo, sino el propio alimento. Y, sin embargo, si ese platillo se consume en otra región, se comerá bajo la usanza local, como el arroz, que en Occidente se come con tenedor; en Oriente, con palillos, y en algunos lugares, hasta con los dedos.

¿Parado o sentado?

En todo el mundo se come generalmente sentado, ya sea en el piso o en una silla, y los platillos y trastos siempre se colocan sobre la mesa. Claro, con sus honrosas excepciones. Según Juan Luis Suárez, autor de Las cucharas de la tribu3

… la mesa es el gran invento del hombre, con el que logró acercar el piso a las manos. No sólo comer, sino que muchísimas actividades dejaron de realizarse en el piso y «subieron de nivel»; así que se puede deducir que la silla, su complemento, es la manera de acercar el piso a las nalgas.

Comer sentado tiene una amplísima gama de posibilidades, desde la mesa en sí, pues las hay como las conocemos en Occidente: altitas y con sus sillas muy a la medida, aunque también las hay bajas, como la chabudai japonesa o las árabes, cuya altura corresponde a la de las manos cuando uno se sienta a ras del suelo sobre suaves cojines y cómodas alfombras.

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La mesa da cabida a todos los instrumentos imaginables: palillos, tenazas, cuchillos, tazas, tajines, platos, platones, vasijas y jarras, que corresponden, naturalmente, al tipo de alimento que se va a servir y al punto del planeta donde esto ocurrirá. El comportamiento en ella difiere de región a región; sin embargo, siempre habrá una manera de conducirse que permita la sana convivencia. A veces se come parado y entonces, cambian la dinámica, las costumbres, las normas y hasta el instrumental.

El que come parado o está frente a un anafre comiendo sopes y quesadillas, o quien se le hizo tarde y va consumiendo las viandas al tiempo que salen del refrigerador o la alacena, o quien está en un coctel a la caza del mesero que lleva el platón de los bocadillos. También se come parado un taco, un hot dog, un helado, una jícama con limón y chile, unas papas con salsa Valentina y un riquísimo y largo etcétera; lo que da pie a utilizar las manos y dejar de lado, en la mayoría de los casos, los cubiertos.

Comer con cubiertos o comerse los cubiertos

En general, ya sea con tenedores, palillos o alguna otra cosa, solemos llevarnos a la boca la comida con algún medio que no sea la mano, y es aquí donde surge una gran protagonista: la tortilla. Esta maravilla culinaria es plato y cuchara a la vez, al igual que sus hermanos los tlacoyos, sopes, huaraches, tostadas y quesadillas, que cumplen la función de transportar la comida a la boca, de tal manera que el «instrumento» desaparece a la par que el resto del platillo.

El pan no se queda atrás; por ejemplo, en el asado argentino se utiliza para tomar la carne sin quemarse, aunque también es transporte en las tortas, sándwiches, hot dogs, hamburguesas, pan de pita oriental, pizza o bocadillos. Y de igual manera, un pan-plato se engulle junto con su contenido. No olvidemos que, como cucharillas, el pan y la tortilla son capaces también de llevar caldillos a la boca, como el rico mole poblano.

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Y ya entrados en esto de comer con las manos, no hay país sobre la tierra en el que falte algún plato que se coma de esta forma, como los buñuelos de sésamo chinos.

Todavía hay pueblos que conservan su estilo de preparar la comida y comerla con lo que la naturaleza provee.
Ejemplo de ello es el pescado en leche de coco de Bali, Indonesia, que se cocina dentro de una hoja de palma —como un tamal— enterrada bajo una hoguera —a modo de horno— y que luego se come con la mano directamente de la hoja-cazuela-plato. Desde India hasta la Polinesia, es una costumbre arraigada tomar la comida con los dedos y llevársela a la boca, pero no de cualquier manera: la comida se recoge sólo con tres dedos de la mano derecha —pulgar, índice y medio—. Hacerlo de otro modo es de mala educación.

Hay de cubiertos a cubiertos

Para nosotros, los occidentales, decir cubiertos evidentemente nos remite al cuchillo, la cuchara y el tenedor; sin embargo, en Oriente esta palabra se refiere a un par de instrumentos: la cuchara y los palillos, que, aunque, cambian de nombre de región a región4, no lo hace su función. En todas las culturas, tanto occidentales como orientales, el manejo apropiado de este instrumental es señal de buena educación:

Palillos y cuchillos no deben chuparse. Palillos y tenedores no se introducen en un plato comunitario. No se tamborilea en la mesa con cucharas, tenedores ni palillos. Tampoco se señala con ellos ni se dejan clavados en el cuenco del arroz, pues es una terrible ofensa.

Así como el tenedor va en la mano izquierda y el cuchillo en la derecha, los palillos son propios sólo de la mano derecha, incluso para los zurdos, ya que en el Lejano Oriente, así como en los países musulmanes, la mano izquierda se usa para las actividades higiénicas, y la derecha, para comer.

Cocina y cocinero

Hay una gran variedad de posibilidades que se desprenden de la ubicación del fuego, estufa, cocina, asador, hogar, horno o anafre. Ya sea un taquero y su trompo de pastor, una mesa de teppanyaki o una barra de sushi, incluso un puesto de mercado, la disposición de los comensales alrededor del fogón es la que genera el disfrute y la convivencia.

También es posible que la estufa se presente a la mesa en forma de parrilla, comal, molcajete o fonduera, entre muchas otras, y que su característica principal sea la de constituir una fuente comunitaria de alimento, es decir, como señala la pirinola: «Todos toman». Todo sea por comer y la convivencia entre cocinero y comensal.

La mesa puede quedar lejos de la cocina y el cocinero; lo que depende, en gran medida, del espacio disponible, pero también de determinadas costumbres étnicas como las de Marruecos, donde la cocina es territorio exclusivo de la mujer y se tiene prohibida la entrada a los hombres. Y, por último, claro está, la mesa tiene cabida en la cocina, como sucede en los family rooms o los muy en boga lofts.

Sin duda, este pequeño recorrido por las culturas culinarias del mundo deja muchos temas de lado. Porque cuando nos sentamos a la mesa o comemos en un puesto callejero, arrastramos todo lo que somos y, como dice el dicho: «En la forma de agarrar el taco, se reconoce al tragón».

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1. Ésta es la forma en que se denomina a un pan baguette corto en Mérida, Yucatán; es decir, «comer un francés» es comer una torta 2. Algarabía 27, julio 2006, GASTRÓFILO: «Del norte soy… Comida regional mexicana II»; pp. 87-89.. 3. Juan Luis Suárez Granda, Las cucharas de la tribu, Gijón: Trea, 2003; p. 31. 4. Hashi en japonés, kuàizi en chino mandarín, jeotgarak en coreano y dua en vietnamita.

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Árbol genealógico de Los Simpson https://algarabia.com/arbol-genealogico-de-los-simpson/ https://algarabia.com/arbol-genealogico-de-los-simpson/#respond Tue, 19 Apr 2022 19:11:00 +0000 https://algarabia.com/?p=80483 Hace muchos ayeres, en nuestra revista Algarabía 85, hicimos un dossier acerca de Los Simpson. En otras palabras, nos dedicamos a hablar de la familia televisiva más longeva y que aún sigue vigente —sin meternos en cuestiones de calidad y humor, claro.

Un tema que abordamos fue de dónde diablos proviene el apellido «Simpson», al menos el que lleva Homero y compañía. Sin mayor preámbulo, chéquense el árbol genealógico Simpson —aunque nos faltó incluir a la tía Abbie, en ese momento. Quién sabe cuántos más faltarían…

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La clave en los contrastes https://algarabia.com/la-clave-en-los-contrastes/ https://algarabia.com/la-clave-en-los-contrastes/#respond Wed, 02 Feb 2022 17:00:00 +0000 https://algarabia.com/?p=44471 El compositor astro-húngaro Franz List decía que «el piano concentra y resume en él el arte todo entero», debe ser cierto, sus contrastes rítmicos fuertes y delicados son prueba de que los extremos pueden converger en delicadas melodías.

El piano es un instrumento musical de cuerda percutida, considerado como percusión porque funciona por medio de un mecanismo pulsador. Está formado por una serie de cuerdas metálicas de diferentes diámetros y longitudes, ordenadas en una caja de resonancia que vibran y producen sonidos al ser golpeadas por pequeños martillos de madera forrados de tela, función que se activa al tocar sus teclas negras y blancas.

El sonido que produce el piano es fascinante, sus matices alcanzan tonos suaves e intensos originando hermosas melodías.

Es el instrumento con el mayor número de partituras para orquesta, pues casi todos los compositores han escrito música con la ayuda del piano. Se considera además como el instrumento del romanticismo, pues gracias a él muchos músicos europeos dieron a conocer su virtuosismo como pianistas durante los siglos xviii y xix.

Clavecín con sonidos suaves y fuertes

Antes de que el piano existiera como hoy lo conocemos, hubo instrumentos como el cítara, el monocordio, el clavicordio y el clavecín, que poseían el mismo mecanismo de musicalización: un número de cuerdas tensadas que emitían sonidos al ser tocadas con los dedos.

Los instrumentos que más se acercaron a lo que hoy es el piano son el clavicordio y el harpiscordio, ya que sus cuerdas vibraban mediante una púa, pero siempre al mismo volumen y tono sin importar qué tan rápido se presionaran las teclas.
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Entonces en 1695 el italiano Bartolomeo Cristófori construyó un instrumento que puso a vibrar las teclas, las cuales permitían una variación tanto en los tonos como en el volumen. El resultado de este invento fue un sonido suave y sostenido a diferencia del sonido metálico de sus antecesores, al cual llamó cimbalo col piano e forte que significa «clavecín con sonido suave y fuerte.»

Así nació el piano, un instrumento que partió de la idea de interponer un aparato mecánico –el martillo de madera recubierto de tela– que después de tocarse regresa listo para ser golpeado de nuevo. Mientras, un «apagador» se encarga de silenciar y de expandir el sonido cuando se levanta el dedo de una tecla.

Poco a poco, su nombre se abrevió a «piano», el cual mantuvo la forma del clavecín pero sutil y refinado en cuanto a sonido.

En 1730 el alemán Gottfried Seilbermann tomó el invento para mejorarlo y sobre todo para propagarlo. Más tarde, los alumnos de Seilbermann, Zumpe y Stein, formaron las escuelas anglosajona y vienesa en la construcción de pianos, en los cuales existen algunas diferencias pero poseen en común un pedal de resonancia.

En 1750 Joan Sebastian Bach tiene contacto por primera vez con un piano construido por Silbermann del cual quedó encantado, convirtiéndose en el promotor de sus pianos.

–Entérate cómo escuchamos la música

Entre los cambios hechos al instrumento está la construcción de Steinway en 1863, quien diseñó un piano vertical con cuerdas cruzadas y una tabla armónica, además mejoró el pedal Sostenuto.
En 1874 J. Blüthner patentó el “sistema aliquot”, el cual consistió en introducir una cuarta cuerda más elevada, pero ésta no es tocada por el martillo sino que vibra en armonía con las demás, lo que incrementa la resonancia de todas las cuerdas.
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Un clásico
Con el tiempo, los pianos se han modificado pero el concepto y la idea de Cristofori se han respetado. Diversos materiales se han utilizado para mejorar la calidad del sonido y se han añadido más notas para ampliar su capacidad musical.

Hay pianos verticales, en los que el arpa, las cuerdas y martillos permanecen perpendiculares al piso; y hay pianos de cola que tienen el arpa, cuerda y martillos en paralelo con el piso, un tipo de mueble en forma de cola, llamados comúnmente pianos de cola.

En cuanto a diseño, existe una gran variedad de modelos, esto permite que el instrumento no cese de innovarse.

También hay pianos electrónicos y teclados, excepto que estos no cuentan con cuerdas ni martillos, pero pueden imitar el sonido del instrumento acústico y el número de sus teclas es el mismo –88, usualmente.

El piano se utiliza para componer música de todos los géneros, pues su tesitura es idónea para crear cualquier melodía

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Misterio en Sion https://algarabia.com/misterio-en-sion/ https://algarabia.com/misterio-en-sion/#respond Tue, 21 Dec 2021 21:06:00 +0000 https://algarabia.com/?p=58428 En la década de 1950 una organización místico fraterna dio señales de vida. Era el resurgimiento de una antigua orden protectora de un secreto que, de ser descubierto, alteraría drásticamente los ortodoxos principios de la Iglesia católica, causando un cisma en el seno de la cristiandad. Éste es el relato de dos historias que se entrelazan para culminar en un final inesperado.

Francia, albores de la Era Cristiana

Una mujer de incógnito llega furtivamente a territorio galo. Agotada tras un largo y accidentado viaje desde Jerusalén, lleva en sus brazos a un recién nacido. Ambos se quedan a vivir en ese país, donde el bebé, al crecer, fundará una nueva dinastía.

Rennes-le-Château, Francia, 1891

François Bérenger Sauniére es párroco de la antigua iglesia de Rennes-le-Château desde 1885. Un día, por casualidad, encuentra ciertos documentos ocultos en la torre de la iglesia. Al parecer, dichos pergaminos datan de la época medieval y contienen secretos que darán un poder inimaginable a su poseedor. A partir de entonces, la vida del padre Sauniére cambia drásticamente: remodela su iglesia y se compra una mansión donde vive lujosamente e instala su estudio en la que él bautiza como la Torre Magdala. Importantes personajes lo visitan mientras que los habitantes del pueblecillo contemplan cómo el lugar cobra una nueva vida.

En la entrada de la iglesia —dedicada a María Magdalena— manda grabar la leyenda: «Terribilis est locus iste» —«Este lugar es terrible»— y coloca una figura del demonio Asmodeo, el guardián de los secretos. Algunos años después, el sacerdote es expulsado del lugar por sus superiores. Sin embargo, el misterio permanece.

En las sombras

Francia, siglo VIII

La Dinastía Merovingia reinó durante tres siglos sobre los francos, pero las cosas estaban a punto de cambiar. Corría el año 751 cuando Pipino el Breve, mayordomo de la casa real, poniendo en práctica diversas negociaciones y sin derramar una sola gota de sangre, consiguió deponer al monarca Childerico III, el último de la Dinastía Merovingia, y ocupó su lugar. Se inauguró entonces la Dinastía Carolingia, nombrada así por Carlos Martel, padre de Pipino. Pero la Dinastía Merovingia no murió, se quedó oculta, en las sombras, esperando el momento de regresar.

París, Francia, 1942

Durante la II Guerra Mundial, Alemania ocupa Francia y el mariscal Philippe Pétain impone un régimen colaboracionista. En un ambiente de gran efervescencia política sale a la luz la Orden Alpha Galates, una sociedad «secreta» que convoca a un «renacer espiritual y religioso de Francia». Su vocero es Pierre Plantard, un defensor del nacionalismo, ferviente católico y antisemita que presume de tener un nobilísimo pasado. Después de promover la orden durante un par de años, no se sabe más ni de la organización ni de su creador. Se rumora que en 1953 Plantard es detenido por fraude y malversación, por lo que permanece un año tras las rejas.

Fundación

Jerusalén, 1099

En plena época de las Cruzadas se creó una orden de caballeros en una abadía del Monte Sion. Su fundador se llamaba Godefroy de Bouillon y su misión era secretísima y muy delicada: los caballeros de Sion deberían custodiar al Santo Grial y proteger a los descendientes merovingios que habían sobrevivido a la traición carolingia.

Porque ellos, los merovingios, eran los descendientes directos de Jesucristo y María Magdalena, quien, tras la crucifixión y muerte de su esposo, huyó del territorio hebreo y, con su hijo, se escondió en Francia. El hijo de Jesús y Magdalena no fue otro que el fundador de la Dinastía Merovingia y el Santo Grial no era una copa donde la sangre del Salvador había sido derramada, sino la sangre misma del linaje merovingio, encarnado en la Magdalena; a los caballeros de Sion les correspondió guardar estos secretos para que en un futuro la estirpe de Jesucristo retomara su poder y ocupara nuevamente el trono de Francia.

Rennes-le-Château, Francia, 1956

Cuatro amigos

Cuatro amigos se reúnen en lo que fuera el hogar del padre Sauniére: la casa de la Torre Magdala. Ahí, solemnemente, fundan el Priorato de Sion, una organización que recupera los secretos de los caballeros de Sion. Pierre Plantard es el último heredero de la Dinastía Merovingia, por lo que le corresponde no sólo proclamar la verdad acerca del Santo Grial, sino reinar sobre Francia. El 25 de junio queda anotado el Priorato de Sion en el registro de asociaciones de la localidad de Saint Julien en Genevois. Su nombre no se debe al monte de Jerusalén, sino a una montaña homónima cercana a Rennes-le-Château.

Una maquinaria de información se echará a andar en la década subsecuente: en 1967 Pierre Plantard y el periodista Gerard de Séde publican el libro El oro de Rennes, donde relatan el hallazgo del padre Sauniére y explican cómo se relaciona con el Priorato de Sion.

En 1972 se estrena en la BBC de Londres el documental El tesoro perdido de Jerusalén, producido por el británico Henry Lincoln. En un capítulo de esta serie aparece en entrevista Plantard, así como el anuncio de ciertos documentos descubiertos en la Biblioteca Nacional de París: se trata del Dossier d’Henri Lobineau, un archivo que había estado oculto y que ahora revela datos invaluables sobre la historia del Priorato. El más impactante es una lista de sus Grandes Maestros, entre los que se cuentan los alquimistas Nicolás Flamel y Robert Fludd, el rosacruciano Johann Valentin Andreae, Leonardo Da Vinci, Isaac Newton, Claude Debussy, Victor Hugo y hasta Jean Cocteau.

Resurrección

Jerusalén, 1188

No habían pasado ni cien años de su fundación, cuando la Orden de Sion, debido a un conflicto interno, se escindió. La Orden de los Caballeros Templarios, que había fungido como el ala militar, se independizó, y quienes quedaron en Sion continuaron resguardando «una corriente subterránea de sabiduría esotérica de Occidente».1 Nada más se supo de la Orden. La abadía de Sion fue destruida por los sarracenos y se cree que los sobrevivientes se refugiaron en Sicilia donde, al parecer, terminaron de extinguirse.

Rennes-le-Château, Francia, 1989

De 1981 a 1984 Pierre Plantard fungió como Gran Maestro del Priorato de Sion, que, gracias a la difusión en libros y tele, había alcanzado gran popularidad, misma que fue descendiendo hacia el final de esa década. Plantard consideró entonces que el Priorato debía renovarse como una sociedad de la Nueva Era. Hizo nuevos descubrimientos en los alrededores de Rennes, los cuales indicaban que en la zona se respiraba una energía especial. Asimismo, «actualizó» la lista de Grandes Maestros, añadiendo a algunos que no estaban en la enumeración del Dossier Lobineau.

Revelación

Francia, 1993

El juez Thierry Jean-Pierre investiga un asunto de corrupción vinculado al gobierno del presidente François Mitterrand, donde participa el empresario Roger-Patrice Pelat. En sus pesquisas, el juez encuentra que Pelat ha sido Gran Maestro del Priorato de Sion, por lo que llama a Pierre Plantard a declarar lo que sepa acerca del implicado. Plantard acude y hace un sinnúmero de aclaraciones acerca del Priorato, a saber:

  • Que es hijo de un mayordomo y una cocinera, y no desciende de la estirpe Merovingia.
  • ˞Que el Priorato de Sion es una orden inventada por él y que carece de antigüedad y de veracidad.˞
  • Que los documentos encontrados en el siglo xix por el sacerdote François Bérenger Sauniére jamás existieron y que si éste obtuvo dinero, fue de oficiar misas falsas. ˞
  • Que contrató a su amigo Philippe Chèrisey para fabricar el Dossier d’Henri Lobineau, y con su complicidad, lo ocultó en la Biblioteca Nacional de París para que ahí fuera convenientemente hallado.
  • ˞Que combinó los falsos hallazgos de Sauniére con la fundación de la verdadera Orden de Sion —que sí existió, pero fue disuelta y absorbida por la orden jesuita— y la creación de documentos medievales para forjar el mito del Priorato de Sion.˞
  • Que les proporcionó falsas pistas y documentos falsificados tanto a Gerard de Séde para escribir su libro, como a Henry Lincoln para realizar su documental, con el fin de darle publicidad al Priorato. ˞
  • Que todo lo que se relaciona con el denominado Priorato de Sion es mentira.

Tras emitir sus declaraciones y recibir una reprimenda del juez Jean-Pierre, Plantard se retiró de la vida pública y tuvo una vida humilde, pero tranquila, en compañía de su esposa e hijo. Murió en febrero —o abril— del año 2000.

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Dossier Lobineau.Ma. Luisa Durán es periodista y sabe muy bien que El código Da Vinci es una novela de ficción.

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La Virgen de Guadalupe https://algarabia.com/la-virgen-de-guadalupe/ https://algarabia.com/la-virgen-de-guadalupe/#respond Fri, 10 Dec 2021 12:00:00 +0000 https://algarabia.com/?p=51313 Con la sola excepción de Polonia y su patrona, la Virgen Negra de Częstochowa, quizá no exista ningún otro país cuya historia secular esté entreverada tan íntima e irremediablemente con la simbología mariana como México, donde es conocida como Virgen de Guadalupe. En efecto, la devoción y la tradición guadalupanas han ido siempre de la mano de las preguntas y las respuestas acerca de la identidad y vocación mexicanas: desde la conquista de los indígenas y la autonomía de los criollos, hasta la resistencia armada de zapatistas y cristeros o el activismo de los chicanos en los EE. UU.

La Virgen de Guadalupe
Vía imagenesreligiosas.net


Hasta bien entrado el siglo XVII, sin embargo, la devoción a la Virgen María en tierras novohispanas no difería mucho del resto del Imperio español, con el que compartía el culto
a las advocaciones de la Virgen del Pilar, de los Remedios, de Montserrat, de la Peña de Francia o de Guadalupe —en Extremadura—. La Guadalupe del Tepeyac, cuya bella imagen fue realizada probablemente por un pintor indígena de nombre Marcos Cipac de Aquino (c. 1513-1572) en un lienzo de cáñamo y lino, en cambio, era venerada sólo de manera local, a las afueras de la Ciudad de México, pese a su antigüedad.


De hecho, al ser reconstruida su ermita por el obispo dominico fray Alonso de Montúfar, hacia 1554, se desató una airada controversia con los franciscanos —incluyendo al provincial, fray Francisco de Bustamante, y el erudito fray Bernardino de Sahagún—, quienes tildaban a la imagen de «invención satánica» y pretexto para la idolatría, pues
el Tepeyac había sido lugar de culto de la diosa madre Tonantzin.

El rostro mariano de la evangelización

Al despuntar el siglo XVII, luego del fracaso del imperio neofeudal y mestizo de Cortés y de la utopía humanista de los evangelizadores mendicantes, surgía una Nueva España de carácter más criollo, estratificada y burocratizada, bien incorporada tanto a la Corona española como a la Iglesia romana.

Es entonces que, conforme crecía la devoción popular en torno a la Virgen morena del Tepeyac, trascendiendo los confines de la Ciudad de México y ganando fieles aun entre los españoles, las tradiciones orales acerca del origen sobrenatural y las curaciones milagrosas de la imagen son puestas por escrito y ampliamente difundidas —siguiendo, por lo demás, el modelo de tantas otras imágenes o estatuillas marianas en Europa, halladas, según se decía, en circunstancias portentosas o que se remontaban a tiempos apostólicos, como la Guadalupe extremeña, pintada por el mismísimo San Lucas Evangelista.

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Acontecimiento y tradición guadalupanos

La primera publicación, Imagen de la Virgen María, Madre
de Dios de Guadalupe, milagrosamente aparecida en la Ciudad de México,
del criollo Miguel Sánchez (c. 1594-1674), es una erudita lectura histórico-teológica del Acontecimiento guadalupano, a propósito del capítulo XII del Apocalipsis, y de fuerte tono protonacionalista, que reivindica los valores del pasado indígena y del presente criollo. Para Sánchez, la conquista de América inaugura una nueva época de la Iglesia y las apariciones de la Virgen María hacen de México una nueva y paradisíaca Jerusalén.


Luego, en 1649, el capellán del santuario de Guadalupe, Luis Lasso de la Vega, publicó una serie de textos en náhuatl que registran la tradición e historia del Acontecimiento, incluyendo varios de patente mentalidad hispana y otro, mucho más antiguo —c. 1556—, de marcado sabor indígena: el Nican mopohua, un relato sobre las apariciones de la Virgen María, del 9 al 12 de diciembre de 1531, a un macehual, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, su tío Bernardino y el obispo fray Juan de Zumárraga. Joya de la literatura náhuatl e influenciado por las más elevadas teología cristiana y sabiduría de los tlamatinime, el texto ha sido atribuido a Antonio Valeriano (c. 1522/26-1605), un noble de Azcapotzalco que se había formado en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco.

En un ropaje de riquísimo imaginario simbólico, autóctono y mariológico —la bella muchacha mestiza y encinta, los rayos de sol y la media luna, el noble manto turquesa y estrellado, las rosas y el querubín con alas de águila—, el lienzo y el relato del Nican mopohua condensan, actualizan, recuerdan, inculturan, vivifican, adaptan, explican y aclaran el potente mensaje teológico de la revelación bíblica judeocristiana: una intervención liberadora de Dios en la historia a favor de los pobres y los excluidos —esclavos, pastores, niños, adolescentes, indígenas, perseguidos—, como en el caso de Moisés en el Sinaí y Jesús en el monte, o de las apariciones marianas en Fátima, Lourdes, Coromoto, Medjugorje o La Vang.

Vía imagenesreligiosas.net

Para la tradición del Tepeyac, «la Madre del verdadero Dios por quien se vive», se deja ver y exalta a sus hijos más humildes:


Ma xiccaqui,
ma huel yuh ye in moyollo,
noxocoyouh,
macatle tlein mitzmauhti,
mitztequipacho.
Macàmo quen mochihua
in mix, in moyollo,
macàmo xiquimacaci in cocoliztli,
manoçe oc itlà cocoliztli,
cococ teòpouhqui.
¿Cuix àmo nican nicà
nimonantzin?
¿Cuix àmo niçehuallotitlan,
nècauhyotitlan in ticà?
¿Cuix àmo nèhuatl in nimopacayeliz?
¿Cuix àmo nocuixanco,
nomamalhuazco in ticà?
¿Cuix oc itlà in motech monequì?


Esta via pulchritudinis —la catequización por medio de la belleza, destinada a tornar más luminosa y apacible cierta religiosidad dolorista y necrófila que compartían la piedad lo mismo prehispánica que tridentina— es el sentido antropológico y teológico de las apariciones —consideradas como «privadas» por la Iglesia— a la figura de San Juan Diego —representante de millones de indígenas que abrazaron la nueva fe—. Empero, también es posible proponer, como Carlos Fuentes, que se trató de una hábil estrategia evangelizadora —«perfectamente inculturada», diría Juan Pablo II— y, por tanto, política:

De un golpe maestro, las autoridades españolas transformaron al pueblo indígena de hijos de la mujer violada en hijos de la purísima virgen. De Babilonia a Belén, en un relámpago de genio político. Nada ha demostrado ser más consolador, unificante y digno del más feroz respeto en México, desde entonces, que la figura de la Virgen de Guadalupe, o las figuras de la Virgen de la Caridad del Cobre en Cuba, o de la Virgen de Coromoto en Venezuela. El pueblo conquistado había encontrado a su madre.

Lee el artículo completo en Algarabía 183

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Dentro del laberinto https://algarabia.com/dentro-del-laberinto/ https://algarabia.com/dentro-del-laberinto/#respond Thu, 02 Dec 2021 12:00:00 +0000 https://algarabia.com/?p=44291 Pero siempre conservan su enigmática e inquietante esencia, apegada a algunos de los atávicos miedos del ser humano: ¿qué se esconde dentro del laberinto?
La primera evidencia de los laberintos es la de una figura hallada en Ucrania, elaborada entre 1500 y 1800 a.C. Sin embargo, la prueba más antigua datada con exactitud es está en una tabla de arcilla del palacio micénico de Pilos, en el Peloponeso, de 1200 a.C. Y es que, si bien no se sabe con certeza dónde y cuándo aparecieron por primera vez los laberintos, lo que sí está claro es que fue en Grecia donde se popularizaron a raíz del mito del Minotauro.

Dentro del laberinto
Vía Pexels, Bas Geerlings

En las redes del Minotauro

¿Existió realmente el laberinto que encerraba al Minotauro? El descubrimiento, a principios del siglo xx, del palacio minoico de Cnosos —Creta— arrojó luz sobre este mito en el que el héroe ateniense Teseo consigue matar al Minotauro gracias al hilo de Ariadna. La excavación de Arthur Evans (1851-1941) desenterró un gran número de referencias al laberinto, tanto en las paredes como en las monedas y sellos que fueron recuperados.

Más aún, el propio palacio era un verdadero laberinto, formado por una multitud de salas y pasillos que hacían imposible el tránsito por el recinto para todos aquellos que no lo conocieran.
Real o no, la leyenda del camino de Teseo a través del laberinto fue muy popular entre los griegos, quienes no dudaron en llevarla consigo en sus colonizaciones y extendieron así el símbolo del laberinto por todo el Mediterráneo.

No obstante, parece que eran espacios para la meditación y el descanso de la mente.
Los romanos promovieron los laberintos por todo su Imperio, pero les dieron un enfoque más mundano, prescindiendo del misticismo del que los habían revestido los griegos. Dotados de diseños más complejos y nuevas funciones, pasaron a formar parte de la vida cotidiana: los jinetes romanos se servían de ellos para demostrar su destreza con los caballos, realizando el recorrido en el menor tiempo posible sin pisar el trazado, y los niños los usaban en sus juegos.

Vía Pexels, Martin Péchy

El camino de Jerusalén

La Edad Media siguió la senda del laberinto. La península escandinava es una buena muestra de ello, como atestiguan los cerca de 600 laberintos de piedra que fueron construidos en su costa por los marineros, quienes se supone que paseaban por ellos antes de salir a faenar1 Faenar significa «pescar en el mar» para confundir en el recorrido a los malos espíritus, que quedaban así atrapados en el interior, lo que permitía a los pescadores salir seguros al mar.
También eran empleados para despistar a los trolls.
Con la llegada del gótico, el laberinto abandonó una vida en la sombra caracterizada por una escasa presencia en los ritos populares y las narraciones mitológicas.


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El arte medieval lo incluyó en todas sus manifestaciones: los tapices, manuscritos y emblemas son sólo algunos ejemplos; la alquimia y la astrología tampoco permanecieron al margen de la nueva moda. Pero si hubo unos lugares en los que los laberintos brillaron con luz propia, esos fueron el suelo y las paredes de las catedrales e iglesias –especialmente las francesas— construidas durante el siglo XII.

Existen distintas teorías sobre el uso que le dieron: una encuentra en el tortuoso recorrido del laberinto un símbolo de las dudas, los miedos y las tentaciones a las que debe hacer frente el creyente para alcanzar la comunión con Dios; otra señala que el laberinto refleja el largo camino de la peregrinación a los lugares santos, y que podría haber sido usado como sustituto por aquellos fieles con problemas de salud o, bien, por otras personas que debían hacer penitencia por las faltas cometidas.

También es posible que hayan funcionado como pauta para realizar procesiones en el interior de las iglesias o como representación del camino recorrido por el Cristo desde el palacio de Pilatos hasta el monte Calvario —ya que, según algunos cálculos, el tiempo empleado para realizar este trayecto coincide con el necesario para recorrer de rodillas el trazado convencional del laberinto de una iglesia.

Vía Pexels, Haley Black


El fuerte sentimiento religioso, propio de esta época, y el florecimiento del laberinto llevaron a la Iglesia a servirse de él para sus fines. El fuerte nexo surgido durante la Edad Media entre religión y laberinto se debilitó y muchos desaparecieron, una veces debido al abandono y otras destruidos por el propio clero que vio en ellos un elemento perturbador, ya que propiciaba que los niños jugaran en el templo.

Perdidos por el parque

No fue hasta el siglo XVI, en pleno Renacimiento, cuando comenzó a recuperarse el gusto por el laberinto, que alcanzaría un nuevo periodo de esplendor en los siglos XVII y XVIII, con la llegada del barroco. A esto se unió, en el siglo XVI, el florecimiento de la jardinería, convertida en un arte por derecho propio.

La llegada de especies vegetales procedente del Nuevo Mundo contribuyó al aumento de la exuberancia de los jardines que dejaron de ser vistos como los alrededores de las edificaciones.
Esta creciente pasión alcanzó su máxima expresión en el siglo XVII, cuando los jardines se convirtieron en el centro de las celebraciones, donde tenían lugar bailes y reuniones sociales, y donde las clases altas disfrutaban de agradables paseos e incluso llevaban a cabo sus conquistas amorosas.

En los llamados «jardines de amor», los laberintos estaban suntuosamente decorados; no faltaban esculturas y fuentes en cada recodo del camino, mientras que en el centro se podían ver templetes, cenadores y figuras alegóricas.

Llegan las encrucijadas

El laberinto se había apropiado otra vez de muchas manifestaciones de la sociedad. Pero el nuevo orden, con un claro gusto por lo recargado, llevó a un cambio radical en su diseño. Hasta entonces, los laberintos eran unidireccionales —es decir, sólo existía un camino que, por largo y retorcido que fuera, llevaba siempre a la meta— y era imposible perderse. A partir del barroco, aparecen por vez primera las encrucijadas.


Hay que elegir un camino que puede no ser el correcto y, por tanto, conducir a un callejón sin salida, lo que obliga a desandarlo para volver a intentarlo por otra ruta. Al mismo tiempo, la maraña de pasillos puede atraparnos y obligarnos a deambular, desorientados, por el laberinto.
Estos complicados diseños encontraron en los setos de los jardines y en los prados el mejor lugar para desarrollarse y entretener a nobles y plebeyos. Una razón más para que la Iglesia renegase de ellos, al verlos convertidos en mundanos objetos de diversión.

Vía Pexels, Soulful Pizza


Los entretenimientos infantiles han propiciado un cambio en la concepción del laberinto para los adultos: se trata de los logic mazes —laberintos de reglas—. El objetivo es el de siempre, llegar a la meta, pero respetando unas normas —por ejemplo, no girar a la derecha o verificar una serie de operaciones matemáticas—.

Fueron introducidos por Robert Abbott en 1962 y los divulgó el prestigioso autor Martín Gardner en su columna de juegos matemáticos de la revista Scientific American, aunque fue casi 30 años después cuando se desató una verdadera fiebre en torno a este tipo de juegos.

 


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El calendario republicano francés https://algarabia.com/el-calendario-republicano-frances/ https://algarabia.com/el-calendario-republicano-frances/#respond Mon, 19 Apr 2021 11:00:36 +0000 https://algarabia.com/?p=59400 LA VERDAD ES QUE LA REVOLUCIÓN FRANCESA NO COMENZÓ EL DÍA DE QUE TAN BIEN SE EXPRESA GOETHE, CUANDO LA TURBA PARISINA TOMÓ LA BASTILLA— SÍMBOLO COERCITIVO DE LA MONARQUÍA—, SINO DESDE TIEMPO ATRÁS.
Cuando Louis XVI se vio obligado a tomar en cuenta los cahiers de deléance —cuadernos de quejas— y aceptar que se discutirían entre miembros del clérigo, la nobleza y el tercer estado en los Estados Generales, los aires de laIlustración ya estaban fraguando cambios irreversibles en la historia. Después de la toma de la Bastilla, de la creación de las milicias urbanas y la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, Francia fue convirtiéndose en una monarquía constitucional donde el rey estaba limitado por la división de poderes liberalista. Mientras tanto, los nobles exiliados en Prusia y los alarmados monarcas absolutistas europeos reunieron un disciplinado y poderoso ejército para combatir la Revolución, al mando del general Charles François Dumouriez. El 20 de septiembre de 1792 en Valmy, al este de París, Dumouriezen frentó al maltrecho ejército republicano y, en contra de lo esperado, fue derrotado.

El día 21, la Asamblea Constituyente abolió la monarquía y el 22, nació la Primera República Francesa. Por esta fecha se decidió la creación de un nuevo calendario, conocido como calendario republicano o revolucionario, para suprimir de una vez por todas lo tradicional y lo que recordara al ancien régime, así como el calendario cristiano, que se oponía completamente al culto revolucionario e ilustrado a la Razón. Habría de empezarse desde cero. De la misma corriente de pensamiento surgió la creación del Sistema Métrico Decimal.
El primer día correspondería al primer día de la República: 22 de septiembre de 1792. Sin embargo, el nuevo calendario tomó valor jurídico exactamente un año después, por lo que realmente nunca hubo un año I, sino que fue aplicado a partir del 24 de octubre de 1793. La creación del calendario revolucionario se debe al matemático Gilbert Romme y los astrónomos Lalande, Delambre y Laplace. Pero el poeta Philippe François Nazaire Fabre —conocido como Fabre d’Églantine—se considera su verdadero progenitor, ya que él fue quien bautizó los meses y los días. Curiosamente, d’Énglantinemurió guillotinado el 17 de Germinal, año II —6 de abril de 1794— junto al líder revolucionario Georges Jacques porque no había podido terminar un poema, le dijo: «No te preocupes, dentro de una semana habrás hecho miles de versos».
El año republicano está compuesto de doce meses de treinta días cada uno, seguidos de cinco o seis días complementarios: los Sans-Culottides —llamados así por los Sans-Culottes, que literalmente significa «descamisados».
Cada mes está compuesto de tres décadas y cada década—semana— de diez días: primidi, duodi, tridi, quartidi, quintidi, sextidi, septidi, octidi, nonidi y decadi, y los meses se dividen en cuatro grupos de tres por cada estación del año y comparten la terminación entre ellos.

  • Los meses de otoño son: Vendémiaire —Vendimiario, mes de las vendimias—, Brumaire —Brumario, mes de las brumas— y Frimaire —Frimario, mes del frío.
  • Los de invierno son: Nivôse —Nivoso, mes de la nieve—, Pluviôse —Pluvioso, mes de la lluvia—y Ventôse —Ventoso, mes del viento.
  • Los de primavera son: Germinal —Germinal, mes de la germinación—, Floréal —Floreal, mes de las flores— y Prairial —Prerial, mes de las praderas.
  • Y por último, los de verano son: Messidor —Mesidor, mes de las cosechas—, Thermidor —Termidor, mes del calor— y Fructidor —Fructidor, mes de las frutas.

El primer día del año I correspondía al equinoccio de otoño del Hemisferio Norte, por lo que el primero de Vendémiaire no siempre corresponde al 22 de septiembre. Los días complementarios o Sans-Culottides —días feriados para terminar el año y completar 365 o 366— son: la Fiesta de la Virtud, la Fiesta del Genio, la Fiesta del Trabajo, la Fiesta de la Opinión, la Fiesta de las Recompensas y la Fiesta de la Revolución. Y laicos como eran los revolucionarios, rechazaron el santoral y dedicaron cada uno de los días del año a un animal, planta o herramienta agrícola. Los nombres de los meses y los días fueron reconocidos oficialmente por un decreto del 4 de Frimario, año II —24 de noviembre de 1793.
La Revolución terminó el 18 de Brumario, año VII —9 de noviembre de 1799— con el golpe de estado del general Napoléon Bonaparte y el calendario terminó, a su vez, el 10 de Nivoso, año XIV —31 de diciembre de 1805—,cuando Bonaparte se convirtió en Napoléon I emperador de los franceses, rompiendo así con los ideales laicos y republicanos de la Revolución.
El calendario republicano fue temporalmente resucitado durante la Comuna de París de 1871 —acaecida en los meses de Germinal a Prerial, año LXXIX—, en la que los ideales originales del movimiento de 1789 desataron una sangrienta revuelta después de la derrota humillante de Francia ante Prusia y la caída del Segundo Imperio de Napoléon III.
Aunque quizá la verdadera razón por la que se dejó de utilizar era que en vez de descansar cuatro veces al mes, cada domingo, la gente descansaba sólo tres, cada decadi.

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