María del Pilar Montes de Oca Sicilia – Algarabía https://algarabia.com Algarabía Thu, 01 Aug 2013 15:11:02 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://algarabia.com/wp-content/uploads/2021/06/favicon.png María del Pilar Montes de Oca Sicilia – Algarabía https://algarabia.com 32 32 El gran invento del siglo XX https://algarabia.com/%ef%bf%bc%ef%bf%bc%ef%bf%bcel-gran-invento-del-siglo-xx/ https://algarabia.com/%ef%bf%bc%ef%bf%bc%ef%bf%bcel-gran-invento-del-siglo-xx/#respond Thu, 01 Aug 2013 15:11:02 +0000 https://algarabia.com/?p=23649 rock. Es difícil imaginar un mundo sin él...]]> Es dificilísimo imaginarlo, pero antes de 1950 no existía el rock. Es difícil imaginar un mundo sin él, un mundo sin «Heartbreak Hotel» ni «Suspicious Minds»; un mundo sin «(I Can’t Get No) Satisfaction», sin «Miss You» y, sobre todo, sin «Beast of Burden»; sin «Hey Jude», sin «All My Loving»; sin «Light My Fire» y sin «Gloria». Peor aún, un mundo sin «Romeo and Juliet», sin «Stairway to Heaven», sin «Bohemian Rhapsody», sin «My Generation», sin «Let’s Dance» ni «Purple Haze».
El rock es tan importante que permea toda nuestra cultura; lo hizo poco a poco, cundiendo en gustos y formas, bifurcándose en estilos y corrientes —que van del alternativo, el industrial y el new wave, hasta el punk, el metal, el progresivo y el propio pop—, al punto que hoy por hoy, en pleno siglo xxi, es casi imposible imaginar que no nos acompañara día a día. Tremendo hueco dejaría en la cultura, porque en Algarabía estamos convencidos de que el rock, junto con los hot cakes, el baseball y Hollywood, son lo mejor que los gringos le han legado al mundo.
Y así, con esa conciencia, empaquetamos este número 107 con un dossier que nuestro director editorial se empeñó en sacar lo antes posible, posponiendo temas quijotescos y quimeras, para presentarle a usted una historia fidedigna de cómo surgió esta corriente musical; 25 minisemblanzas de rockeros —desde Chuck Berry hasta Trent Reznor, cada una escrita e ilustrada por diferentes fanáticos—; la influencia de la literatura en el rock y viceversa; el Million Dollar Quartet, datos inútiles sobre el tema y los rockeros más vendedores en el Top10.
Además, encontrará un extenso y por demás divertido artículo sobre «gases del oficio —y otras frijolidades—» que han enviado nuestros propios lectores, y que seguro le va a gustar. Y si no le gusta… ¡pos cuícuiri!

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Sexo https://algarabia.com/sexo/ https://algarabia.com/sexo/#respond Fri, 14 Jun 2013 14:36:51 +0000 https://algarabia.com/?p=22561 Mucha de la belleza y diversidad de la vida contemporánea en la tierra se debe, sin duda alguna, al sexo. Pero no solamente en el sentido en que usted piensa, querido lector, sino también en el sentido más primario y científico del término.
Remontémonos a los organismos primitivos. Un organismo totalmente asexuado —que se reproduce por mitosis— será genéticamente idéntico a su —único— progenitor, excepto por algunas mutaciones ocasionales. Por ello, el desarrollo de cualquier nueva adaptación requiere, en su caso, de una larga serie de generaciones que den con las mutaciones apropiadas para adecuarse al medio.
Por ejemplo, un organismo asexuado determinado requiere de la interacción de gran cantidad de enzimas para poder metabolizar cierta molécula y éstas se tienen que producir a través de la transcripción de su información genética en cientos de nucleótidos,1 Cada una de las unidades básicas que constituyen la cadena del ADN. los cuales deben ser producto de una mutación. Esto hace que la probabilidad que tiene dicho organismo asexuado de generar las mutaciones correctas que le permitan adaptarse de forma ventajosa y en poco tiempo sea bajísima y, en cierto modo, fortuita.
El sexo resuelve este problema de la manera más elegante. El material genético de los progenitores se combina de tal forma que hace surgir genes nuevos y únicos. De esta manera, las mutaciones que adquiere un miembro determinado de la población logran combinarse con otras de forma sencilla, y pueden ser distribuidas al resto de manera más o menos rápida. Así, la probabilidad de producir una secuencia útil de mutaciones se incrementa.
Las ventajas de la reproducción sexual son tantas y tan importantes que hasta las formas más simples, como las bacterias y los protozoarios, que en general se reproducen de forma asexual, tienen sus «encontronazos» sexuales de vez en cuando.
Aunque dos sexos parecen ser suficientes para generar el material genético necesario, algunos organismos han desarrollado más de dos. Tal es el caso de los paramecios,2 Protozoarios complejos, de los más evolucionados, comunes en las aguas estancadas. que han desarrollado entre cinco y diez sexos que se combinan a través de códigos, tabúes y prohibiciones muy específicas, para lograr las mutaciones correctas.
Este proceso de redistribución genética es tan importante en la naturaleza, que muchos organismos cuentan con numerosos intentos para lograr combinaciones exitosas. Las ranas, por mencionar una especie, ponen millones de huevos en cada celo y sólo algunos se reproducen. Y, no nos vayamos más allá, en el caso de la especie humana, los hombres producen aproximadamente 3 x 103 espermatozoides en cada eyaculación y sólo uno logra dar en el blanco.
Como podemos ver, tal parece que, para la naturaleza en la variedad está el gusto, y no hay nada mejor que el sexo para lograrlo. ¿Piensa usted lo mismo, querido lector?
Si quiere saber todo sobre este tema, le recomendamos Algarabía 105: especial de sexo, correspondiente a junio de 2013.


Referencias

  1. Cada una de las unidades básicas que constituyen la cadena del ADN.
  2. Protozoarios complejos, de los más evolucionados, comunes en las aguas estancadas.

María del Pilar Montes de Oca Sicilia es lingüista de profesión y por vocación. Su mayor cualidad es el manejo detallado de grandes cantidades de información, y sus mayores vicios: Borges, el cine, la lengua, Ibargüengoitia, la poesía y los datos inútiles. Comparte la idea de que sin sexo la vida no tendría sentido.

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De casamientos, parteras y abortos https://algarabia.com/de-casamientos-parteras-y-abortos/ https://algarabia.com/de-casamientos-parteras-y-abortos/#respond Thu, 13 Jun 2013 22:19:40 +0000 https://algarabia.com/?p=22544 La reproducción sexual o gámica es la forma más ventajosa de adaptarnos al medio y sobrevivir; así se abrió paso la vida desde que sólo había organismos unicelulares en el planeta. En esta reproducción un ser pasa su información genética a otro, desde el cual se generará un nuevo organismo.
En nuestra especie le tocó al sexo femenino recibir los gametos, combinarlos y luego portar a las crías, lo que le ha traído una serie de desventajas, problemas, enfermedades y muertes, de las que quizá pocos conocemos, pero que, sin embargo, han estado presentes en la historia y aún hoy —en el siglo xxi— quedan vestigios.
Las mujeres nos embarazamos, pero todo lo que conlleva portar una cría y dar a luz ha estado rodeado por tinieblas a lo largo de los siglos. Es difícil hacer una historia bien documentada sobre
las prácticas e ideas que envuelven
a la concepción, porque al ser un
asunto doméstico, de mujeres —como
en todos estos asuntos—, existe poca documentación. Las mujeres carecen de historia, porque la historia no se hace de lo cotidiano. «A lo largo de la historia, Anónimo ha sido una mujer», diría Virginia Woolf.

¿Qué ha rodeado al embarazo, a la concepción, a la anticoncepción y a la reproducción durante siglos?

Antes del Medievo

Poco es lo que sabemos de la reproducción y del embarazo en la Antigüedad, ya que la mayoría de
los escritos provienen de unos cuantos manuales de obstetricia, y son acotaciones imprecisas. Hipócrates
y Galeno —siglos v a.C. y ii d.C.— tienen algunos tratados en donde hablan de la mujer y de su anatomía. Sorano de Éfeso —siglo ii, considerado el padre de la ginecología— escribió un manual de partos en el que ensaya sobre las parteras, la anatomía de los genitales femeninos y sus funciones, los aspectos fisiológicos de la menstruación y el embarazo; también describe cómo deben ser atendidos la madre y el recién nacido durante el parto.
Sin embargo, sí es claro que la mujer era vista, sobre todo, como un vehículo para la concepción, pues esta idea estuvo presente en muchos filósofos. Por ejemplo, en el siglo iv a.C., Platón afirmaba que el llamado «vientre o matriz» era un animal deseoso de procrear hijos y que, cuando no lo hacía, se enojaba y sus humores vagaban por todo el cuerpo, enfermándolo. Aristóteles aseguraba en su «Tratado de la reproducción» que la mujer era anatómicamente como «un varón deforme», y creía que la menstruación era «semen en estado impuro», que carecía de un constituyente: el principio del alma. Galeno, por su parte, sostenía que la mujer era un «hombre al revés» y que los ovarios eran testículos imperfectos.

Reproducirse o no, he ahí la cuestión

En la Edad Media, Europa vivía en una cultura centrada en el «nacimiento y alumbramiento».1 Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser, Historia de las mujeres, Barcelona: Crítica, 2007. Es decir, la reproducción era lo más valorado sobre todas las cosas —no olvidemos que se trataba de una época de gran mortalidad causada por las hambrunas, las guerras y las enfermedades, así como las muertes infantiles—. Los poquísimos tratados, documentos y legislaciones que hay al respecto hablan de los diversos tratamientos, estrategias y prácticas para favorecer la concepción, más aún para concebir un «producto sano» —hombre de preferencia—; algunas de ellas son de lo más extravagantes, como, por ejemplo, colocar retratos de niños sanos al momento de realizar el acto sexual.
Al fomentarse la reproducción, la anticoncepción estaba prohibida por la Ley, por la Iglesia y la sociedad, aunque se sabe que ésta se practicaba regularmente, no sólo de forma preventiva, sino también abortiva. Para ello había cientos de métodos que se transmitían de boca en boca. Así, se creía en las irrigaciones, en las purgaciones como anticonceptivos, y en los supuestos poderes espermicidas de la sal, la miel, el aceite, la brea, el extracto de menta y la semilla de col. El plomo y el cornezuelo de centeno se usaban para provocar abortos, pero eran tan peligrosos que, si una mujer ingería demasiado, podía quedar estéril —y un útero estéril obviamente la convertía en «inservible».
Sigue leyendo sobre el alumbramiento, el papel de las parteras, las cesáreas y enfermedades relacionadas con el embarazo en la versión impresa de Algarabía 105.


Referencias:

  1. Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser, Historia de las mujeres, Barcelona: Crítica, 2007.
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Editorial 105 https://algarabia.com/editorial-105/ https://algarabia.com/editorial-105/#respond Mon, 03 Jun 2013 15:28:48 +0000 https://algarabia.com/?p=21992 Un cuate llega a pedir trabajo y muestra su currículum, que es impactante en materia lingüística. El futuro empleador le comenta sorprendido:
—Joven, estoy realmente impresionado: veo aquí que su lengua materna es el español, pero que su madre era polaca, y por eso usted habla el polaco a la perfección; y que su padre es chino y, por lo tanto, también domina el chino mandarín al cien por ciento. Pero veo, por otro lado, que usted estudió inglés y francés desde pequeño, y los habla y escribe perfectamente. Además, se ha especializado en literatura alemana, por lo que habla muy bien el alemán; también estudió seis años en Japón y domina maravillosamente ese idioma; y que, para colmo, se fue a hacer la maestría a Rusia, y por ello sabe ruso. Por si fuera poco, ahora usted estudia sueco, swahili y catalán. Yo me pregunto: usted, al hablar tantos idiomas, ¿en qué piensa?
A lo que el joven candidato responde rápido y enfático: —¿En qué pienso? Pues en sexo, como todo el mundo.
Este chiste es gracioso porque es muy cierto. Los investigadores del Instituto Kinsey señalan que 54% de los hombres y 19% de las mujeres están obsesionados con el sexo. Por su parte, científicos de la Universidad de Minnesota nos dicen que los hombres suelen pensar en sexo cada 52 segundos y las mujeres, por lo menos, una vez al día. Sea como sea, dejando a un lado las estadísticas y los porcentajes, tendremos que convenir que el sexo no sólo es algo muy importante, sino que es «lo más importante» para nosotros.
El antropólogo y científico —tan admirado por todos los que hacemos esta publicación— Marvin Harris nos dice en su libro Nuestra Especie —en el que habla de las características peculiares que nos hacen distintos a otras —: «El sexo figura, junto con el hambre, entre las principales motivaciones de la acción humana y fuerzas selectivas de la evolución cultural. Como el hambre, es a la vez pulsión y apetito… Los desvelos parentales, las iras conyugales, la curiosidad policial y los mandamientos eclesiásticos podrán desalentar o desviar el comportamiento apareatorio humano, pero nunca extinguir completamente la pulsión y el apetito de alivio y placer sexuales. Con tal de conseguir objetivos sexuales, la gente está dispuesta a luchar, matar, violar y a empeñar la fortuna, la salud y hasta la propia vida».
Porque el sexo es parte de nuestra naturaleza instintiva, Harris agrega algo aún más contundente: «Los extraordinarios esfuerzos que las personas están dispuestas a afrontar con tal de experimentar orgasmos, la búsqueda repetitiva y compulsiva de nuevos orgasmos, la inutilidad de los intentos a renunciar a ella: todo esto sugiere una estrecha semejanza entre la búsqueda del placer sexual y la adicción a las drogas psicotrópicas».
Como ven, no lo digo yo, sino la ciencia. Y como los efectos secundarios de las drogas psicotrópicas son incontables, mejor lo invito a sumergirse a fondo en este número dedicado enterito al sexo, para que haga honor a su naturaleza humana.

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De mujeres, fuego y cosas peligrosas https://algarabia.com/de-mujeres-fuego-y-cosas-peligrosas/ https://algarabia.com/de-mujeres-fuego-y-cosas-peligrosas/#respond Fri, 17 May 2013 15:00:52 +0000 https://algarabia.com/?p=21857 «En el idioma analítico de John Wilkins» de su libro Otras inquisiciones, Borges habla acerca de «cierta enciclopedia china» que clasifica a los animales de la siguiente manera1 Este artículo fue publicado en Algarabía 2, 2001, CURIOSIDADES LINGÜÍSTICAS, pp. 12-15.:
«(a) Pertenecientes al emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) otros, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas».
En este texto, Borges demuestra su capacidad para crear una fantasía más; sin embargo, uno de los más grandes pensadores de nuestros tiempos, Michel Foucault, escribió una de su obras maestras —un libro acerca de la cognición humana—, Las palabras y las cosas,2 Michel Foucault, Las palabras y las cosas, México: Siglo XXI, 1998. teniendo como motivo la risa que produce la lectura de ese solo párrafo.
Por su parte, George Lakoff, un intrépido lingüista —dedicado al estudio de muchas lenguas exóticas con el fin de encontrar universales y constantes del conocimiento humano—, usa este pasaje en su libro felizmente titulado Women, Fire and Dangerous Things como pretexto para hablar acerca de lo relativo que es nuestro modo de categorizar el mundo y la forma en que éste varía de cultura en cultura.3 George Lakoff, Women, Fire and Dangerous Things, Chicago: University of Chicago Press, 1990. Afirma que lo que convierte este pasaje en arte, y no sólo en mera fantasía, es que la sensación que tenemos al leerlo es la misma que experimentamos nosotros, los de la cultura occidental, cuando leemos algo acerca de culturas lejanas, exóticas o simplemente no occidentales.
Y para muestra baste un botón; a continuación ejemplifico lo anterior con dos casos de lenguas de culturas distintas: el dyirbal, lengua australiana casi en extinción, y la lengua japonesa.
En el caso del dyirbal, Lakoff nos dice que siempre que un hablante quiera usar un sustantivo, éste tiene que estar precedido por una variante de una de estas cuatro palabras: bayi, balan, balam, bala. Éstas se conocen como clasificadores, porque clasifican «todos los objetos del Universo» y, si uno se precia de hablar dyirbal correctamente, tiene que usar el clasificador adecuado antes de cada sustantivo.
· Bayi va delante de los sustantivos que designan seres humanos del sexo masculino y la mayor parte de los animales —hombres, canguros, murciélagos; la mayor parte de las serpientes, muchos peces, algunas aves, casi todos los insectos, los muertos, la luna, tormentas, el arco iris, boomerangs y algunas lanzas.
· Balan agrupa a los sustantivos que designan seres humanos del sexo femenino, fuego, cosas peligrosas y agua —mujeres, perras, platypus, echidna, algunas serpientes, algunos peces, la mayoría de las aves, luciérnagas, escorpiones, grillos, azotadores; cualquier cosa relacionada con fuego y agua, el sol, las estrellas, escudos, lanzas y algunos árboles.
· Balam precede a aquellos que designan cualquier tipo de comida, excepto carne —todas las frutas comestibles y las plantas de donde provienen, tubérculos, helechos, miel, cigarros, vino y pasteles.
· Bala clasifica todo lo que no está en las otras tres —partes del cuerpo, carne, abejas, viento, palos de ñame, la mayor parte de los árboles, hierbas, lodo, piedras, ruidos y el lenguaje.
Ésta es una lista con la que Borges se fascinaría y la cual podría rebasar todas las posibilidades de fantasía e imaginación. Pero basta entender un poco la cultura dyirbal, sus concepciones, leyendas y mitos para hacer esta clasificación un poco comprensible.
«Por ejemplo —nos dice Lakoff—, la categoría balan se hace coherente si se resume de la siguiente manera: las mujeres en la mitología dyirbal cuando mueren se transforman en aves —que vuelan por el cielo—; a su vez, el sol —que está en el cielo— es una figura femenina —tal como lo es en otras lenguas como el alemán—, el sol está íntimamente relacionado con el fuego, el fuego quema y es peligroso, y los azotadores, serpientes, cuchillos, etcétera, también.»
Por otro lado, tenemos el clasificador japonés hon. Ésta es una palabra que se usa antes de cualquier nombre relacionado con cosas largas, delgadas y rígidas, como palos, latas, lápices, velas, árboles y objetos de ese tipo.
Pero lo genial es que el uso de este clasificador se extiende también a:

  • concursos de arte marcial
  • hits y lanzamientos de beisbol
  • encuentros de judo
  • rollos de cinta
  • llamadas telefónicas
  • radio y T. V.
  • cartas
  • películas
  • inyecciones

Tal como pasa con el dyirbal, a primera vista, una clasificación del mundo de este tipo parece absurda, si no tomamos en cuenta las relaciones metafóricas que la mente humana puede hacer de cada palabra. Así, las cosas alargadas o con forma de cable pueden tener extensiones que, a su vez, pueden ser expandidas una y otra vez en forma radial.
De esta forma se entiende un caso como el de televisión, palabra que también tiene que ser precedida por el mismo clasificador hon: largo-cable-cable de teléfono-llamadas-comunicación-difusión-radio/T. V. Con respecto a las cartas, la explicación se encuentra en que tradicionalmente las misivas en Japón se enrollaban y se metían en una especie de tubos delgados, mientras que en el caso de los combates de arte marcial, se extrapola del hecho de que muchos de ellos se practican con palos o espadas. O bien, el caso de las películas, en el que la extensión del clasificador reside en la larga cinta de acetato enrollada en una lata.
En estos dos ejemplos podemos ver cómo los sistemas de clasificación de la lengua reflejan diferentes maneras en que los seres humanos segmentan o configuran el universo: formas, metáforas, prototipos, procedencias, etcétera.
Los dos casos anteriores son buenos ejemplos de cómo los lenguajes naturales reflejan diferentes procesos de categorización humana.
Lo que nos indica todo esto es que la diversidad de lenguas que existe en el mundo marca la diversidad de formas de verlo y entenderlo. No cabe duda que la perspectiva del mundo de los chinos es muy distinta a la de los zapotecas, y ésta, a su vez, muy distinta a la de los swahilis, y ésta, a su vez… etcétera, etcétera.
Conoce más del tema en Algarabía 26.
María del Pilar Montes de Oca Sicilia es lingüista de profesión y por vocación. Sus mayores vicios: Borges, Ibargüengoitia, el cine, la lengua, la poesía y los datos inútiles. Se ha pasado la mayor parte de su vida recopilando frases, muchas de las cuales ha publicado en Algarabía. Quienes la conocen dicen que es «un cancionero y una Guía Roji parlante».


Referencias

  1. Este artículo fue publicado en Algarabía 2, 2001, CURIOSIDADES LINGÜÍSTICAS, pp. 12-15.
  2. Michel Foucault, Las palabras y las cosas, México: Siglo XXI, 1998.
  3. George Lakoff, Women, Fire and Dangerous Things, Chicago: University of Chicago Press, 1990.
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Editorial 104 https://algarabia.com/editorial-104/ https://algarabia.com/editorial-104/#respond Mon, 29 Apr 2013 12:00:15 +0000 https://algarabia.com/?p=21148 Quien inventó el trabajo debería asesorarse con el que inventó la cerveza. El código de Hammurabi —1700 a.C.— ya tenía leyes acerca de su consumo; en la Biblia hay menciones cercanas y lejanas a ella; se piensa que el ser humano la descubrió desde que cultivó cereales, y que este hallazgo fue esencial para la consolidación de las civilizaciones. No hay ningún pueblo que a la fecha no la consuma, y aun las sociedades más primitivas tienen en su haber una especie de ella. Su gusto es universal, sus variaciones se cuentan en miles y su sabor es absolutamente inigualable.
Dice mi mamá que una de las primeras frases que dije cuando empecé a hablar —tenía cerca de 3 años— fue la respuesta a un mesero que les preguntó a mis papás «¿Qué va a tomar la niña?», a lo que yo, cien por ciento segura, me adelanté con «Una cervecita de barril embotellada, por favor». Lo tenía clarísimo, no cabe duda, porque doce años después ésta se convertiría en una de las cosas más importantes en mi vida, tanto que hoy, 40 años después, aquí hablo de ella.
Y es que para mí la cerveza no es una bebida o un alimento más: es La Bebida. Es mi compañera, mi comparsa, mi escudero, mi refugio, mi amiga —como dice Miguel Aguilar: «para cualquiera es sólo un six-pack, para mí es un grupo de apoyo»—, mi almohada, mi relax, y la mejor acompañante de todo alimento.
La cerveza me gusta más que el vino, más que la ginebra, más que el anís, incluso más que el agua y más que cualquier otra bebida. Tomo cerveza al ritmo desenfrenado que otras mujeres toman Coca Light: con gusto y sin culpa. Y la cerveza no sólo me gusta a mí sino a muchos de los que hacemos Algarabía y por eso el dossier de este número 104 está dedicado por completo a este elíxir de los dioses, basado en los dos tomos de nuestro libro El delicioso mundo de la cerveza, con datos, frases, estilos, frases, ideas, historia y más.
Aderezando este dossier están los Eames, esos grandes diseñadores que cambiaron la fachada del diseño en el siglo xx; las enfermedades «de la opulencia», esas que nos dan por comer de más; los limones como pechos femeninos, en la voz de Fernando Fernández; el origen de la física moderna; un reportaje sobre la extinta y alguna vez célebre revista Life, y una semblanza sobre nuestra muy admirada María Moliner, escrita por Gabriel García Márquez.
Hablamos de usted y de tú, o más bien de cómo hablar, si de usted o de tú, y el porqué de las barraganas y su mote; de palabrotas y posiciones, como la supina; ofrecemos un dato sobre las flatulencias, contamos la historia del Teatro Blanquita, la anécdota de la bisabuela Antonia; decimos qué onda con las bebidas energéticas; escribimos acerca del Imperio Austrohúngaro y sobre mucho más…
No se lo pierda, este número hará su mes más entretenido y feliz.

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Mi amor por los fármacos https://algarabia.com/mi-amor-por-los-farmacos/ https://algarabia.com/mi-amor-por-los-farmacos/#respond Mon, 25 Mar 2013 18:12:15 +0000 https://algarabia.com/?p=20493

«Thank God there’s a pill for everything.»

Quizás es porque soy hija de médico, quizás es porque tengo una curiosidad morbosa por casi cualquier cosa o quizás es porque sufro de una muy, muy leve forma del síndrome de Münchhausen1 El síndrome de Münchhausen es un trastorno mental que se caracteriza por los padecimientos a consecuencia de crear dolencias para asumir el papel de enfermo. —y de su variación «por poder»—. No sé. Pero el hecho es que tengo una afición acendrada por los medicamentos. En un contexto, se puede decir que soy una «farmacodependiente», porque no pasa un día en el que yo no ingiera uno u otro medicamento, de alguna u otra forma y por alguna u otra razón. Yo soy de ésas que se los toma por si sí y por si no, por si las moscas y por no dejar.

Mi marido dice que, cuando me casé, en lugar de haber organizado una despedida de soltera —de esas en las que te regalan, sartenes, trapos, utensilios y floreros—, mejor hubiera organizado una «despedida de medicinas».
—Mira, ¡qué buena onda! Margarita me regaló una dotación completa de omeprazol.
—No, pero Pepita no se quedó atrás: te regaló cuatro cajas de fluoxetina, y de una marca reconocida.
—¡Ay, ve! La marra de Lupe me regaló naproxeno, pero de los del Dr. Simi, que no sirven para nada.
—¡Qué vergüenza!
Y, así, yo hubiera sido más que feliz que con los aperos del hogar. Porque para mí no hay mayor felicidad que autorrecetarme, recetar a otros y ver que mis remedios surten efecto. Tanto yo como Nieves, mi hermana, solemos recetarnos solas, recetar a nuestros hijos —ella a los míos, y yo a los de ella— y viceversa, recetar a nuestras amigas y a nuestros conocidos y generalmente —no es por nada— casi siempre le atinamos.
Y, además, creo que no soy la única que tiene esta afición, ya que conozco a otras personas que la tienen; como mi amiga Tere, que la confiesa, o mi tío Alejandro, que no sabe que la tiene, pero la tiene.
Mi lectura de cabecera ha sido, desde hace algunos lustros, un vademécum. Desde que me acuerdo, mi mamá tenía uno y lo usaba auspiciada por mi padre. Pero, en cuanto yo lo descubrí, lo leí y lo releí hasta el cansancio, al punto de que se convirtió en eso: mi libro de cabecera —junto con la Guía Roji2 Esto será motivo de otro artículo. —. Me sabía el índice de memoria —por marca, por laboratorio, por sustancia activa, por padecimiento, etcétera—. Aprendía todo sobre el medicamento en cuestión y hasta me sé en orden los apartados: indicaciones terapéuticas, farmacocinética y farmacodinamia, contraindicaciones, reacciones secundarias y adversas, etcétera.
Después de mucho usarlo, el librote —porque en realidad era un mamotreto— empezó a deshojarse, y mi papá nos trajo una versión más nueva. La disfruté a fondo porque ya no tenía medicamentos descontinuados y podría encontrar las medicinas de más reciente lanzamiento. ¡Oh, maravilla!
Todo esto estaba muy bien, pero podrán imaginar que mi verdadero éxtasis vino con el Internet y la posibilidad de poder encontrar el vademécum con sólo teclear el medicamento o la sustancia en cuestión, y, además, siempre al día, entrar a más de mil foros, resolver dudas, obtener respuestas, etcétera.
Pero, ahora bien, a mí no sólo me gusta «saber sobre fármacos», sino usarlos. Uno en específico me ha cambiado la vida y me enseñó que no todo es angustia y sufrimiento; otro me permite vivir el día a día, porque no tengo glándula tiroides, y otros los uso de vez en cuando, por una razón u otra. Como, por ejemplo, la aspirina.
A mí me gustan las aspirinas. Puedo olvidar meter mis calzones y mis calcetines en la maleta, pero nunca mis aspirinas. Soy capaz de buscar un Sanborns a la una de la mañana con tal de comprar una caja, o tocar en la ventanita del Oxxo más cercano para que me vendan una tirita a deshoras. Cuento las que tengo, y no me siento segura si veo que ya son pocas y me pueden llegar a faltar.
Si me siento cansada porque no dormí bien en la noche, pues me echo dos con una coca; si me duele el cuerpo porque hice ejercicio el día anterior, me echo otras dos en la mañana; si estoy cruda, bueno, pues, con mayor razón —y, en ese caso, las combino con un Gatorade—; si me quiere dar gripa, me las tomo con jugo de naranja, y si de plano ya me dio, me las tomo con un té de canela con mucha miel de abeja. Además, si tengo que estudiar hasta tarde, pues me echo otras con un café; y, si no puedo dormir, pues dos con una manzanilla. Con mucha mayor razón tomo aspirinas si tengo dolor de cabeza, y, de forma imprescindible, si tengo calentura. La cosa es que la aspirina para mí no es una medicina: es mi esposa. Me sirve para todo, me acompaña a todas partes, me da pa’ arriba, me ayuda en todos los momentos y me apoya en los casos más desesperados.
Quizás es porque sufro de iatrofobia —terror a ir al médico— y porque me niego a pagar mil quinientos pesos para que un doctor ni te mire, sólo vea tus análisis y te recete algo a ensayo-error, que a mí me gusta autorrecetarme. Pero, para eso, estudio —no vaya usté a creer—, me documento, leo, profundizo, al punto que, muchas veces, voy al doctor sólo para pedirle que me recete algo. Por ejemplo, en el caso de los antibióticos. Porque a mí me pone muy mal eso de no poder comprarlos sino con receta. Creo, de hecho, que es una artimaña de drogueros y farmacéuticos para ganar más. Y, por eso, tengo mis propias artimañas para conseguirlos.
Mis medicinas las tengo siempre bien acomodaditas: sé qué va con cuál y cuándo hay que tomar cada una: que si en ayunas, que si en la noche, que si a la mañana siguiente, que si cada ocho horas, que si un día sí y un día no. Y, obviamente, tengo mis pastilleros, que tienen todo. Y es más fácil, como decía, que se me olvide mi marido a que se me olviden mis pastilleros.
Gra, mi prima, sufre de esta misma filia, y dice siempre que ella «mantiene a la farmacia»; que la camioneta Mercedes Benz de su doctora la pagó ella; que la mitad, por lo menos, es suya, y que con lo que se junte, a partir de ahora, en un año es suya completita.
Por otro lado, mi amiga Tere, de la que les contaba, me dice: «Si sobra alguna pastillita, tableta, cápsula o lo que sea de un bote o un frasquito, o a alguien se le cae una, no la quiero desperdiciar y me la quiero tomar. Si es Aspirina o Espaven u Onotón, no tengo duda. No digamos de un psicofármaco: que se desportilló un Tafil, ¡pa’ dentro!; que goteó la botellita de Rivotril, le paso el dedo como si fuera betún de pastel… Obvio, antibiótico no, por eso de que una sola pastilla sólo me hará crear resistencia, y luego, cuando lo necesito, ¿qué? Entonces, con tristeza, la guardo o la tiro».
Ellas y yo no podemos entender por qué hay gente a la que no le gusta tomar fármacos —como el caso de mi mamá—. Esas personas que se aguantan el dolor de cabeza hasta que les explota con tal de no meterse medicamentos —yo entiendo que primero está el hígado y el riñón, pero, se ha comprobado, una coca light es mucho más dañina para el riñón que una benzodiacepina—. Yo creo que hay que vivir y sentirse bien, y que la ciencia avanza «que es una barbaridad», y hay que aprovechar lo que ella nos ofrece.
Y, en este sentido, tampoco entiendo a aquellos que son «homeopáticos» o «naturistas», porque es evidente que la medicina alópata ha avanzado en años en miles de protocolos y experimentos, y que, gracias a que han podido aislar las sustancias activas, los medicamentos son tan efectivos.
Mi amor por los fármacos se refleja en muchas cosas, como les decía. Uno de ellos me ha cambiado la vida: yo soy una mucho mejor persona a partir de que tomo 5 mg diarios de antidepresivo. No sólo se me quitaron las angustias y el insomnio —que tuve desde que me acuerdo, desde chiquitita—, sino la ansiedad. Pero, además, gracias a la serotonina que me hace generar, soy más paciente, más tolerante, más compasiva —conmigo y con los demás—, menos mal pensada, menos pesimista. Soy mejor jefa, mejor madre y mejor esposa. En resumen: soy mejor persona.
¿Cómo no he de amar los fármacos?

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Editorial 99 https://algarabia.com/editorial-99/ https://algarabia.com/editorial-99/#respond Wed, 28 Nov 2012 18:59:05 +0000 https://algarabia.com/?p=17573 Algarabía —contando éste— así, para cerrar este ciclo hemos armado un brochecito que yo creo, es casi de oro, y usted me dirá si no...]]> Se acaba el año, y con él, doce números de Algarabía —contando éste—, más dos Tópicos —Mujeres, sexismo y liberación y sexo, censura y cine—; junto con dos extra —lo insólito y lo sobrenatural y lo espeluznante y lo paranormal— que completan un ciclo más, uno que termina y otro que empieza con un 2013 lleno de proyectos, nuevas ideas, creaciones inusitadas, y más, mucho más, ya que nada de lo humano nos es ajeno, y hay mucho por decir.
Así, para cerrar este ciclo hemos armado un brochecito que yo creo, es casi de oro, y usted me dirá si no: primero, y aunque la Navidad no es algo que sea especial entre nuestros temas, en este número desmitificamos eso de que Jesucristo nació en un establo entre mulas y bueyes, y hablamos a profundis de los villancicos y su origen ancestral, y citamos algunos de los más populares por si a usted sí le entra el espíritu en estas fechas y quiere cantarlos.
También nos adentramos en el tema de Rusia, en un pequeño, pero interesante dossier, que incluye la misteriosa y trágica historia de los últimos zares, los Romanov; un paseo de día por la urss durante la época comunista —que lo dejará lo mismo sorprendido que conmovido—; un mapa de las quince repúblicas que conformaban la extinta Unión Soviética; una radiografía de las matrushkas, esas muñequitas panzonas que guardan muchas otras en su interior, y un artículo sobre la creación y el uso de los emblemáticos iconos de la Iglesia católica ortodoxa.
Más allá de todo esto, esta Algarabía decembrina también se pasea por el origen de la talavera poblana —esa cerámica mexicana con denominación de origen—; por más de la Kabbalah; por los eróticos diarios de Anaïs Nin y sus perversiones; por el origen de los apellidos patronímicos y por los años que viven muchas especies, desde la mosca hasta la tortuga.
También tenemos artículos de fondo, como en el que se explica científicamente por qué es tan débil nuestra fuerza de voluntad y otro en el que se habla del Axioma Matemático de Elección; y algunos más que entre simpáticos e históricos nos cuentan sobre los perros y los gatos de escritores —como el chow chow de Freud— y sobre los platillos con nombre propio que han quedado para la posteridad como la Ensalada César y la Pizza Margarita.
No pueden faltar en este número, palabritas y palabrotas —como doolally, hígado, trajinar, apático, desidioso—; anécdotas; personalidades como Joselito «el pequeño ruiseñor», que luego caería en gran desgracia, y el Sombrerero loco; para cerrar con una crónica de la película que pasan en la tele el 31 de diciembre, donde la guapísima Silvia Pinal y el sexy Pedro Infante se ponen sendas borracheras cantando rondas infantiles, infaltables en estas fechas, en las que evidentemente, le deseamos a usted, querido lector, lo mejor de lo mejor y que disfrute todas las celebraciones, las obligadas, las aburridas, las trascendentes, las de rigor, de la forma más divertida posible, tal y como lo hicieron Mané y Cruci en El Inocente.

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Editorial 97 https://algarabia.com/editorial-97/ https://algarabia.com/editorial-97/#respond Fri, 28 Sep 2012 16:36:21 +0000 https://algarabia.com/?p=15173 De un mundo mejor, diferente, ignoto, desconocido y sobre todo virgen, recién estrenado, en el que no existan los vicios, las inconsistencias, las ataduras, las creencias ni el mal de la tierra conocida. Un mundo en el que podamos construir de cero, en el que podamos hacer borrón y cuenta aparte, olvidar lo pasado y empezar otra vez. Un mundo nuevo y mejor.
Ésa ha sido la utopía de las utopías: desde los griegos se pensaba en Selene, la Luna, cuyos habitantes, los selenitas, nos miraban de lejos; luego siguió poblando la imaginación del hombre durante la Edad Media, en la que se visualizó como el Cielo —o de perdida, como el Purgatorio—, pero no se vería colmado hasta el siglo xvi, cuando las expediciones alrededor del globo buscaron caminos más cortos para llegar a lo desconocido.
Y de pronto ahí estaba, frente a ellos, que sin saberlo ni presentirlo, habían topado con él. El tan anhelado Nuevo Mundo era real, sus habitantes se veían entre inocentes y salvajes, pero habría que tomar el riesgo y tratar de empezar en él una aventura diferente. No sería así; muy pronto, Colón se dio cuenta de que el Nuevo Mundo era una utopía y, como toda utopía, algo inalcanzable, que sus habitantes tenían ya una sociedad nada idílica y que los nuevos pobladores habían traído consigo su propio infierno terrenal.

Y es de ese Nuevo Mundo, que es ahora todo un continente de significados, sobre el que versa esta Algarabía: el baile de tango en el Río de la Plata, la Sinfonía del Nuevo Mundo de Antonín Dvořák; los sentidos Diarios de Colón; el Códice de la Cruz Badiano, con su botánica desconocida; el «rediezcubrimiento» de América, de Marco A. Almazán; las efemérides de 1492; el «washawasheo» de los españoles que dio lugar a mucha de la toponimia de estas tierras; la demografía y economía de Latinoamérica hoy día, así como la radiografía del pueblo taíno y del jitomate se reúnen en éste, nuestro número 97, para constituir un continente propio en el que también conviven los tartamudos más famosos, los aguardientes —bien clasificaditos—, las mirruñas y el microscopio, el ostroboscopio, el fenaquitoscopio y otros «-scopios» más, junto con los villamelones.
Este ejemplar lo llevará de viaje por toda América; le desmitificará eso de que en la Edad Media todos creían que la Tierra era plana; le explicará si está bien dicho «bien bueno», le hablará de Churchill, de la hamaca, de Rubén Blades y de la Doctrina Monroe, y además le dará anécdotas chistosas, frasezotas, dimes y decires para todo momento y lugar. Ojalá su mundo cambie y se renueve, aunque sea un poquito, después de leerlo.
María del Pilar Montes de Oca Sicilia

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El acertijo de la bolsa https://algarabia.com/el-acertijo-de-la-bolsa/ https://algarabia.com/el-acertijo-de-la-bolsa/#respond Fri, 10 Aug 2012 14:46:10 +0000 https://algarabia.com/?p=14196 Vogue sobre una bolsa de Hermes, una llamada «The Birkin Bag», la cual prácticamente me dejó estupefacta, es decir la nota, no la bolsa. Y para que ustedes se asombren igual, más o menos que yo, ahí les va la historia. ]]> El otro día estaba leyendo una nota en la revista Vogue sobre una bolsa de Hermes, una llamada «The Birkin Bag», la cual prácticamente me dejó estupefacta, es decir la nota, no la bolsa. Y para que ustedes se asombren igual, más o menos que yo, ahí les va la historia.
Resulta que esta bolsa, famosa para muchos, es la más cara de las caras entre todas esas de marca que cuestan unos dinerales como las de Gucci, Prada, Louis Vuitton o lo que sea, y se llama así en honor de la actriz británica Jane Birkin —una de las mujeres más bellas del cine, de verdad no duden en «googlearla» para que vean que no exagero—. La bolsa salió al mercado en 1984, ganando seguidoras y adeptas —que querían parecerse a Jane o por lo menos tener algo parecido a ella— muy pronto. Y hoy por hoy, de acuerdo con la gente de la moda —que por cierto es la peor de todas, la más superficial, la que se quedó en eso porque no supo hacer otra cosa, la más mercantilista y materialista del mundo, aún cuando estos dos últimos términos les puedan sonar anacrónicos— es «uno de los sucesos más importantes del fashion world» y toda mujer de mundo, cosmopolita, urbana, y moderna —dicen ellos— «debe tener una».
Pues sí, resulta que esa bolsita es realmente como el Santo Grial para las mujeres de moda, alias fashionistas, —de verdad qué palabra más pinche, wannabe, y mamona— por que, según ellas, tiene un «corte sofisticado y clásico, a la vez que rebasa fronteras y generaciones» [sic] y es algo así como la etiqueta para demostrar prosperidad y avance social. Y de hecho se tiene que hacer cola, entrar en una lista de espera o mover cielo tierra y marea para conseguir una vintage —o sea usada— no sin antes desembolsar sus módicos $7 mil dólares por la Birkin más baratita, es decir, de las chiquitas porque por ejemplo, la Violet Suede Veau Doblis —o sea de gamuza— cuesta como $10 mil dólares; y la de piel de cocodrilo negra acaba de ser vendida en nada menos y nada más que $64,800 dólares en un subasta en Doyle en Nueva York, sin embargo —aguanten la respiración— no es la más cara. La más cara hasta ahora, es la conocida como Pink Diamond Crocodile Birkin bag, o sea de piel de cocodrilo rosa con diamantitos, que cuesta lo mismo que un departamento y no precisamente de interés social, o sea $140,000 dólares.
Más o menos de eso iba la nota que les cuento y que me trajo toda una reflexión, a más de dejarme perpleja y hacerme sentir lo fuera que estoy de ese mundillo, de que ya pagadas la mano de obra, el material y todo ¿dónde le caben los otros $139,500 dólares a la bolsita y más aún qué diablos hace una con una bolsa de ese tipo y cómo para qué la usa. Y es que me pasa lo mismo cuando veo en el HOLA y revistas así a mujeres con unas bolsitas delgaditas —por cierto denominadas «clutches»— en las que no cabe nada, apenas un lipstick y un condón, y me pregunto entonces, ¿esas mujeres qué harán? ¿A qué se dedicarán? ¿Cómo será su vida diaria? ¿Qué les pasará por la cabeza para ir con una bolsa así por el mundo?
Porque desde mi punto de vista, —¿cuál más?— cualquier mujer que se respete, es decir que tenga una vida, un trabajo, una familia, que venga y vaya, que suba y baje y que lleve a cabo distintas actividades diarias, tiene muchas cosas en su cabeza y por tanto las tendrá en su bolsa, es decir la bolsa, el bolso, pues le sirve, es algo útil, que «le acarrea» cosas, le carga media vida. No sé, desde la cartera, hasta el celular, los cosméticos, las llaves, la pluma, vaya, lo que sea.
Si usted es una de esas mujeres que va por ahí con una bolsa de marca, o con una chiquita de mano o que la combina con lo que trae, o que la cambia de acuerdo con su guardarropa, de seguro ya se enojó y puede dejar de leer esto porque la cosa se pone peor, y es que —pienso— ¿por qué hay qué combinarla? y más aún ¿para qué?, y luego, ¿cómo puede ser tan caro un mero utensilio?
Porque un reloj vaya y pasa, para cuidarlo y mimarlo —«no te regalan un reloj para tu cumpleaños, tú eres el regalado para el cumpleaños del reloj» diría Cortázar, el gran cronopio— si es que te gustan las joyitas cronométricas pero, ¿una bolsa? Una bolsa que va a acabar llena de Tic Tacs perdidos, chicles que se salieron de la cajita; kleenex arrugados que no sabes si usaste o no; un pastillero con pastillas grandes y otro con chiquitas; un cicloferón por si los fuegos; chapsticks y lipsticks con tapa o sin ella; pedacitos de tabaco que surgieron de tus cigarros, de tu cajetilla, de tu cigarrera o de la nada —por que hace un año que dejaste de fumar—; tampones y kotex —aunque no estés precisamente en tus días—, monedas de a peso o de dos o hasta nickels y pennies del último viaje que hiciste —que fue hace más de seis meses—; pases de abordar de ese mismo viaje; llaves de hotel de esas de tarjetita, de esa vez que fuiste con tu mamá por Tequisquiapan y de otros hoteles más que ya ni quieres acordarte; lentes que se salieron de su funda, un cheque sin fondos que nunca devolviste; el Spiderman de juguete de tu hijo, las ligas o coleteros de tu hija; un cepillo de dientes de los que usas en la oficina y una pasta que un día se abrió y ensució todo; una o varias llaves sueltas sin llavero y un llavero sin llaves; una tarjeta de crédito escondida debajo del forro que ya habías reportado como robada y el estado de cuenta de la misma todo arrugado y magullado; un condón —obvio sin usar, no es pa´tanto—; una aspirina —también obvio sin usar—; una bolsa de cosméticos que hace dos años que no cambias; tres cupones de sabediosqué que nunca usaste; varios boletos de cine, uno con un teléfono escrito atrás cuyo dueño desconoces por que no le entiendes a tu letra, y otro de ellos hecho rollito con un chicle adentro. Además de tu iPhone que nunca encuentras porque siempre crees ponerlo en un lugar y está en otro y sobre todo, sobre todo, sin un boleto de estacionamiento que buscas insistentemente.

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