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Tu perro se convirtió en «Mi sombra y yo»

Las mascotas —en especial los perros y los gatos— están en convivencia constante con las personas, y ambas partes pueden desarrollar estrechos lazos afectivos.

Las mascotas —en especial los perros y los gatos— están en convivencia constante con las personas, y ambas partes pueden desarrollar estrechos lazos afectivos. Sin embargo, el amor y los cuidados excesivos, en lugar de beneficiar a los animales, pueden provocarles algunos trastornos de conducta.

Durante miles de años, las mascotas han sido fieles compañeras de los hombres, y ambos se han beneficiado de esta relación. Pero en el último siglo, este vínculo se ha visto afectado cuando el ser humano cree que su perro o gato piensa y razona como él. Esto está muy lejos de la realidad. Si bien las tres especies son mamíferos —y eso las hace similares en varios aspectos— las diferencias entre cada una son considerables.

Derechos de los animales
Mundo perro

Mi bebé

A pesar de que se puede pensar que los animales y las personas compartimos emociones semejantes, como la angustia, la soledad, la tristeza, el miedo o la alegría, los procesos cognitivos de cada especie no son los mismos. Pensar que los perros muestran ciertas conductas por molestarnos, para buscar venganza o porque nos guardan algún rencor, es malinterpretar sus actos.

Por más que una persona crea ver cualidades humanas en su perro o gato —incluso, como algunos aseguran, un comportamiento similar al de los bebés— ellos no dejarán de pertenecer a su propia especie. Las mascotas simplemente actúan, es decir, su comportamiento no obedece a los mismos impulsos que los de sus dueños. Una vez que se entiende a las mascotas, de acuerdo con las características propias de su especie, es posible detectar sus necesidades.

Bien perro

El perro es perro —esto no tiene ninguna connotación peyorativa o discriminatoria—, y hay que tratarlo como tal. Esto no quiere decir que deba maltratársele, se le puede respetar, amar y consentir, pero siempre satisfaciendo sus necesidades específicas. Basta con que pensemos en que, no obstante la estrecha convivencia que puede desarrollarse entre las especies, el comportamiento de cada una es distinto.

¡Lo hizo a propósito!

Es poco acertado pensar que un perro destruyó el zapato, el sillón o el control remoto de la televisión por coraje, debido a que su dueño se fue de casa y lo dejó solo un par de horas. Este comportamiento puede ser causado por muchas otras cuestiones. Por ejemplo, que el perro está aburrido y le divierte jugar con lo que encuentra o se entretiene con lo que tiene «a la pata». Otras causas pueden ser ansiedad, hiperactividad, o peor aún: el perro está desarrollando síndrome de abandono —del cual se hablará más adelante.

¿Estás trompudo o quieres hueso?

Hay quienes aseguran que su perro se enojó porque no lo felicitaron el día de su cumpleaños, y por ello los ignora, o bien, que está tumbado en su cama porque está deprimido. Una vez más, este tipo de pensamiento les adjudica a los perros emociones humanas que no tienen. Un perro no sabe cuándo es su cumpleaños —no tiene idea de aniversarios ni fechas—, y tal vez está acostado porque se siente enfermo, o porque tuvo un largo día de paseo y está cansado. Tal vez no hace caso porque está más entretenido jugando con otro perro, o con algún juguete, pero jamás porque a su dueño se le olvidó felicitarlo.

Háblale a mi pata

Hablar con perros está recomendado por algunos terapeutas —de humanos—, y a las personas les sirve para contar cosas que no le dirían a nadie, pues tienen claro que el perro no irá con el chisme. Platicarle a la mascota el malestar que siente por los problemas que vivió durante el día, ayuda sólo al humano a sentirse más relajado y a bajar el estrés y la tensión emotiva.

Creer que el perro comprende lo que se le ha dicho es un gran error. Éste observa con una expresión de que no entiende nada, pero en algunos casos el humano cree que sí sabe lo que le dice. Una vez más, esto no es cierto. En términos empáticos, el perro puede confortarnos dejándose acariciar o buscando acurrucarse junto a nosotros, pero en términos de lenguaje, sólo escucha un «bla, bla, bla».

¡No me dejes!

El hiperapego consiste en una dependencia excesiva —y, por tanto, nociva— de la mascota a su dueño. Es un proceso normal en los siguientes casos:

  • Se presenta en cachorros de manera natural, pues están recién separados de la madre y de los hermanos; como mamíferos sociales buscarán, a todas horas, la compañía del dueño y lo seguirán por toda la casa a fin de buscar contacto.
  • Se puede observar también en perros adultos recién adoptados o rescatados.

Una vez que el perro se sienta seguro y confiado del lugar donde vive, dejará de presentar comportamientos de hiperapego. Pero cuando esto no ocurre y el animal no supera esta etapa, es probable que se trate de un trastorno de conducta. El dueño provoca el hiperapego cuando fomenta que el perro dependa excesivamente de él. Se caracteriza por los siguientes comportamientos en el can:

  • No se siente tranquilo cuando el dueño está en casa, lo seguirá por donde vaya.
  • No puede retozar en paz, ya que está pendiente de si el dueño se mueve.
  • No se logra tranquilizar si no siente físicamente al dueño; es decir, que éste le toque alguna parte del cuerpo: la pata, la cabeza, etcétera.
  • No está a gusto si no duerme con el dueño. No soporta estar alejado ni por una puerta, así que seguramente lo seguirá hasta al baño.

Esto no significa —como algunos dueños quisieran— que el perro ame tanto a su dueño que no puede estar lejos de él: la mascota no se la está pasando bien, sino que está viviendo una situación de estrés.

Contigo a la distancia

Entre el hiperapego y el síndrome de ansiedad por separación existe una línea muy delgada. Mientras que en el primero el perro sufre sólo cuando está cerca de su dueño, en el segundo el can no puede estar tranquilo si el amo no está presente.

Éstas son algunas acciones que regularmente van asociadas con el síndrome de ansiedad por separación:

  • El perro no deja de ladrar hasta que el dueño llega a casa —sus vecinos son los primeros que se lo dirán.
  • Por la ansiedad que le genera estar solo, regularmente destruye todo a su paso. – Rasca la puerta por donde vio salir a su dueño.
  • Llega a presentar diarreas y vómitos y, en casos extremos, automutilación.

Éste es un síndrome que presentan cada día más perros. Una vez más, el motivo puede ser una mala lectura del comportamiento del can. En ambos trastornos los perros están sufriendo, y si los canes padecen demasiado estrés pueden morderse hasta llegar al hueso, y ésta es sólo una de muchas consecuencias.

Sigue leyendo:

¿Por qué le ponemos nombre a los perros?

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