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El libro: Reinvención de la memoria

Aunque parezca algo «cotidiano», la lectura es un gran misterio.

¿Cómo surgió la necesidad de plasmar la palabra en algo tangible y portátil? ¿Por qué han existido tantos formatos que, a su vez, originaron muchas formas de lectura? ¿En realidad estamos ante el «fin del libro» como se augura cada que surge una nueva tecnología? Aquí una brevísima guía por los momentos clave de la historia del libro y la lectura en Occidente.

Valle de Salinas, Los Andes, 1701

Después de un tortuoso y largo recorrido por senderos escarpados, unos frailes franciscanos dieron con los indios avá guaraní —a quienes los incas llamaron chiriguanáe, de forma despectiva— y éstos los recibieron sin sorpresa y con sorda gentileza. La lengua de los nativos no era ajena a los religiosos, pues éstos llevaban años de evangelizar pueblos similares; si algo habían aprendido los frailes, era que para convencer a alguien de creer en algo, primero necesitaban hablar su idioma. Por eso llevaban consigo a un intérprete.

Cuando los frailes descargaron sus mulas y sacaron de sus alforjas los libros sagrados para difundir la Palabra Divina, los avá guaraní se asombraron al descubrir el papel; se acercaron para tocarlo y preguntaron para qué servía. Una vez que les explicaron que ahí se podían escribir palabras y con éstas transmitir mensajes, los aborígenes se arremolinaron a discutir entre ellos. Al final, uno exclamó: «Lo llamaremos “piel de Dios”, porque une a las personas que están lejos».

Aunque parezca algo «cotidiano», la lectura es un gran misterio. Si pudiéramos entender y describir a detalle cómo sucede ese proceso de «traducir» signos gráficos en objetos, ideas y conceptos en la mente de quien lee, podríamos comprender la historia del pensamiento humano y por qué ha recurrido a tantas herramientas expresivas.

La historia del libro no comenzó con la «invención de la imprenta», sino cuando empezaron a crearse los medios adecuados para perpetuar la palabra más allá de la memoria colectiva. «El libro», como lo conocemos hoy en día, apenas tiene un siglo de producirse, y las prácticas sociales más la escasez de celulosa— indican que el formato electrónico… ¿podría sustituirlo?

De la boca a los signos

Aunque los primeros signos de escritura de los que se tiene registro se remontan al 4000 a.C., la necesidad de expresión escrita va de la mano de las primeras pinturas rupestres de la humanidad —algunas con más de 50 mil años de antigüedad—. La historia del libro, por su parte, comenzó cuando la lectura se volvió algo accesible y portátil, y cuando su función fue más allá de registrar posesiones, leyes y demás necesidades públicas de la palabra.

Los primeros escritos de la Antigua Grecia —que adoptaron de la escritura fenicia— se crearon en función de la oralidad, para leerse en voz alta.

Sabemos por Aristocles —mejor conocido como Platón— que Sócrates desconfiaba de los libros porque éstos no podían dar ninguna réplica hacia su interlocutor si éste tenía una duda o información que refutara cuanto ahí se leía; pero si no fuera por los libros, jamás hubiéramos sabido de Sócrates y sus ideas sobre la «palabra viva» frente a la «palabra estática».

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