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Incróspido

Si has tenido que lidiar con la cerrazón y terquedad de algún «briagadales», sabrás de que va esta palabrota.

«Descentrado, desviado. Es un término vulgar, propio de gente del hampa y pulquería». Así es como Francisco J. Santamaría define al incróspido —y al uso del vocablo— en su Diccionario de mejicanismos. Pero también acota la forma incrúspido: «desmañado, torpe, obtuso, desviado, descentrado».

No en balde usamos el adjetivo para describir a alguien que está cuete, borracho, pedo, hasta las chanclas, ebrio, jarra, hasta atrás o zumbo, teporocho y hasta las manitas, porque aquel al que se le han «pasado las cucharadas» regularmente se pone torpe, obtuso y descentrado; pierde el eje, pues. ¡Si lo sabremos los que hemos tenido que lidiar con la cerrazón y necedad de un «briagadales» que se empeña en manejar el coche a las 2 de la mañana de un polo al otro de la ciudad!

También acota la forma incrúspido: «desmañado, torpe, obtuso, o desviado, descentrado».

Edward Lear, vía Pixabay

Pero parece ser que el resto de los hispanohablantes se queda con la boca abierta o intenta corregir a quien expresa este vocablo, porque es probable que se trate de un neologismo mexicano, ya que ni en el resto de los diccionarios ni en los buscadores de Internet se encuentra acotado; aunque, eso sí, en muchos de los blogs y sitios visitados por connacionales, observamos el uso del adjetivo, si bien algunos, en la confusión, lo escriben incróspito.

De cualquier modo, no necesitamos conocer su origen para aplicarlo, ya sea como sano insulto o como alusión a fiesta y reventón, a diversión y parranda bien empleada.

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