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Un pan con huesos

Los mexicanos necesitamos pretexto para todo, menos para armar tremendos fandangos que son oportunidades perfectas para dar buenas comilonas, tronar «cuetes», beberse una copa con el compadre y aprovechar el colorido típico del ambiente nacional. El día de muertos no es la excepción.

El nacimiento y la muerte son los dos momentos más trascendentales en la vida de los pueblos y son celebrados de acuerdo con el proceso histórico en que se han desenvuelto. Así, en estas fechas, en que coincidieron el Halloween anglosajón —31 de octubre—, el noveno mes del año mexica —dedicado a los muertos— y las festividades católicas del Día de Todos los Santos —1 de noviembre— y Día de la Conmemoración de los Fieles Difuntos —2 de noviembre—, nace el Día de Muertos.

El concepto es completamente mexicano —aunque se celebra también en algunos lugares de los ee. uu., las Filipinas y Sudamérica—. Todo esto lo convierte en una celebración única, que se caracteriza por el «luto y alegría, tragedia y diversión, sentimientos del mexicano que tiene miedo a morir, pero que, a diferencia de otros pueblos, los refleja burlándose, jugando y conviviendo con la muerte».1 Alejandro von Waberer O’Gorman y Mela de la Mora de Von Waberer, Fiestas de México; México, 1985; p. 97.
En México montamos altares, bien en casa o bien sobre las tumbas en los cementerios, con veladoras, cempoalxóchitl —«flor de los 400 pétalos»—, calaveras de azúcar, cigarros, tequila y antojitos mexicanos.

«En la mayor parte del país, el plato principal es el mole en sus diversas presentaciones, dulces como la calabaza en tacha, el arroz con leche decorado con polvo de canela, los tejocotes en almíbar, los atoles de sabores, sin faltar los ricos tamales de manteca, ceniza o chícharos envueltos en hojas de plátano, maíz o papactla». Y, por supuesto, «los panaderos trabajan días antes en preparar sus mercancías, panes de figuras antropomorfas pintadas con azúcar de color de rosa, “roscas de vida”, “pan cruzado”, “huesos de manteca”, “cajitas de harina de arroz” o bien el exquisito pan de caguama hecho de maíz, azúcar, canela y requesón. En algunas poblaciones del estado de Hidalgo, se hacen gorditas de maíz amasadas con arena de hormiguero, lo que representa el mito de Quetzalcóatl, quien penetró al inframundo para tomar “los huesos preciosos que dieron origen a la humanidad”».2 Los días de muertos, una costumbre mexicana; México: GV editores, 1990; p. 18-19.

Entre esta gran variedad de panes está el famoso pan de muerto tradicional, con sabor a naranja y azahar, deliciosos huesitos —las prominencias doraditas laterales, por las que todo el mundo se pelea, y la bolita del centro, el cráneo— y espolvoreado con azúcar, cuya forma redonda simboliza la universalidad de la muerte y el ciclo de la vida.
pandemuerto

Receta

INGREDIENTES:

  • 450 g de harina

  • 15 g de levadura

  • 2 huevos
  • 
7 yemas de huevo
  • 115 g de azúcar

  • 115 g de mantequilla
  • 115 g de manteca
  • 2 cucharadas de agua de azahar
  • Un poco de raspadura de naranja
  • 3 cucharadas de cocimiento de anís —una cucharadita de anís en grano hervido en seis cucharadas de agua—
  • 1/4 de cucharadita de sal

  • 1 huevo para barnizar
  • 
1/8 de litro de agua
  • 
1 cucharada de harina
  • 
140 g de azúcar fina para espolvorear

PREPARACIÓN:

  1. Se disuelve la levadura en 8 cucharadas de agua tibia y se agrega la harina necesaria para hacer una pasta. Se forma una bola y se deja en un lugar cálido hasta que doble el volumen.
  2. Se mezcla el resto de la harina con la sal y el azúcar. Se agregan los huevos batidos, las yemas, el agua de azahar, el cocimiento de anís, la raspadura de naranja, la manteca y la mantequilla. Se amasa bien, y, cuando esté suave, se agrega la masa ya fermentada. Se amasa todo y se golpea.
  3. Se unta de grasa la masa y se coloca en una cacerola, se cubre con un lienzo y se deja en lugar tibio de 6 a 12 horas —hasta que sea del doble del tamaño.
  4. Se amasa de nuevo brevemente y se hacen bolas del tamaño deseado, que se colocan en una lata engrasada.
  5. Se adornan con trozos de masa en forma de huesos y lágrimas pegadas con huevo. Se hornea y, poco antes de sacarlo, se pinta con yema de huevo. Se regresa al horno un poco más. Se saca del horno y se deja enfriar. Se espolvorea con azúcar.


Conoce más curiosidades del pan de muerto en Algarabía #22.

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