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Lilientthal, el hombre volador

Esta fotografía muestra a Otto Lilientthal, uno de los primeros hombres que realizó pruebas con mecanismos para volar.

Unos años antes de que los hermanos Wilbur y Orville Wright consiguieran volar por un breve instante con su biplano propulsado a motor, fueron varios los esfuerzos de personas que anhelaban despegar los pies del suelo y contemplar el panorama como lo hacen las aves.
Leonardo Da Vinci esbozó algunos aparatos fascinantes para elevarse por los cielos, el prototipo del ala delta fue uno de estos, y aunque el sabio florentino no tuvo la oportunidad de probarlo, ingenieros del siglo xx demostraron que su diseño era un éxito y que sólo necesitaba algunos ajustes para mantenerse en el aire y no morir en el intento.
Como se muestra en la fotografía, Otto Lilientthal realizó diversas pruebas de vuelo utilizando planeadores basados en el mecanismo de Da Vinci. Fue famoso por documentar estas pruebas, estableció un record de dos mil intentos de vuelo y fue el primero en morir por un accidente aéreo en 1896.
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El sueño de Otto

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Otto Lilientthal fue un ingeniero alemán apasionado por el movimiento que las aves hacían para flotar cerca de las nubes. Desde que era un joven estudiante, junto con su hermano realizó sus primeros experimentos sobre el vuelo humano, convirtiéndose ambos en miembros de la Sociedad Aeronáutica de Gran Bretaña.
En 1879, el ingeniero George Cayley realizó un descubrimiento primordial para la historia de la aviación: el aire que fluye por encima de un ala curvada crea una fuerza que permite elevarla. Él fue el primero en escribir los principios de aerodinámica en los que Otto se apoyaría unos años más tarde, pues la conclusión que retomó era que entre más grande fuera el ala, y entre más rápido se creara el flujo de aire sobre ella, mayor sería la fuerza para elevarla.
Lilienthal diseñó y construyó distintos planeadores con base en los hallazgos de Cayley; algunos llegaron a medir hasta 300 metros de longitud en su envergadura, los primeros tenían sólo una ala, luego les anexo una más, así como una estructura vertical que funcionara como una cola para aumentar su estabilidad y distancia de vuelo. Él mismo los probaba sujetándose del centro del ala mientras corría cuesta abajo en una colina cercana a su hogar, en Berlín.
Él anhelaba contemplar el panorama como lo hacían las aves, por eso sus repetidas hazañas con aquellos mecanismos de vuelo, desde 1891, llegaron a difundirse hasta en revistas y diarios de ee.uu., causando expectación entre la gente que llego a bautizarlo como Manflight –hombre volador—.
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Las experiencias de este hombre flotando en el aire, en una distancia de más de 90 metros, fueron documentadas en varias fotografías como ésta, y aunque sus practicas terminaban cuando el planeador bajaba en picada contra el suelo, su ambiciosa ilusión apoyó el desarrollo de la aviación moderna.

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