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Marge Simpson: más que una madre de caricatura

¿Hay algo que Marge no sepa hacer mal?

En el mes en que debimos recitar en la escuela —en poesía coral, de preferencia— desde «Caricia», de Gabriela Mistral («Madre, madre, tú me besas, pero yo te beso más…») hasta «El brindis del bohemio» de Guillermo Aguirre Fierro («¡Por mi madre!… bohemios…»), no hay, madre alguna que iguale a la propia en la vida real.

Pero en la ficción, y en particular en el amarillista microuniverso de Springfield, ¿quién, desde la transmisión de la primera temporada de Los Simpson en 1990, puede disputarle el título de «Madre del Año» —de la década y hasta del siglo— a Marge Simpson?

Foto de Stefangrage en Pixabay.

Cincuenta sombras de —pelo azul—: Marge y el sexo

«Cuando conocí a tu padre era gritón, vulgar y cochino, pero me esforcé mucho y ahora es una persona diferente.»

Marge Simpson

Esposa fiel a su Homero —sin que ello signifique que no haya tenido oportunidad, en más de una ocasión, de echar una cana al aire de su abundante e imposible peinado—, Marge no sólo merece un reconocimiento como madre, sino como esposa, pues pocas mujeres en nuestro mundo podrían aguantar a un marido a todas luces menos inteligente, más inculto, bastante flojo y muy poco participativo en las tareas del hogar.

Aunque diferencias tan notables no pasan desapercibidas para los especialistas en terapia de parejas, y han orillado a Marge y a Homero a acudir incluso a una serie de sesiones. Y a pesar de las sátiras, críticas y transgresiones que caracterizan a Los Simpson, el amor triunfa al final de cada episodio, y Marge siempre perdona a Homero.

A pesar de que muchas cosas no funcionan de manera «normal» en esta relación, para fortuna de ambos el sexo no se encuentra entre ellas y se encuentran entre los escasos personajes de caricatura que pueden presumir no sólo de tener una vida sexual, sino de que ésta sea satisfactoria. ¿A quién extraña, entonces, que Marge haya aparecido en la portada de Playboy, para lo que no necesitó aumentar el tamaño de sus senos?

Los trabajos de Marge y las lecciones del Homer economicus

Si bien Marge posiblemente es, sin importar la furia de las feministas, el ama de casa perfecta y, en este sentido y a contrasentido de la gran mayoría de los temas abordados en Los Simpson, constituye una reafirmación de los valores más conservadores y de la familia nuclear —matrimonio heterosexual, padre proveedor, madre responsable del hogar y de la crianza de los hijos—, en múltiples ocasiones Marge se ha rebelado y ha revelado muy variados talentos para diferentes artes y oficios.

Lisa: Éste es el lugar donde Dr. Bushwell vive entre los chimpancés.
Marge: Oh, ¿no es tierno? Le puso el nombre de su esposa.
Lisa: No, Dr. Bushwell es una mujer.
Marge: Bueno, ahora sí lo he visto todo.

Así, Marge ha trabajado en la planta nuclear del señor Burns, ha sido una ejemplar oficial de policía, ha comprado una franquicia de pretzels y vendido bienes raíces, entre muchos otros trabajos. Y, a pesar de las burlas de Homero, quien en un episodio señaló que ella ha fracasado en todos sus intentos por trabajar fuera de casa, la realidad es que no es la incompetencia la que la ha llevado a renunciar a cada una de estas empresas, sino su integridad y —sí, aunque suene cursi— el amor por su familia, ya que es gracias a ella, y no a la física, que la entropía no gobierna en la casa de Los Simpson.

No se requiere un doctorado en economía para entender por qué, por ejemplo, Marge no puede vender una sola casa sin mostrar esas «pequeñas» imperfecciones que indican que quizá no sea la mejor opción de compra. No es que Marge no pueda ser algo diferente a un ama de casa; es que quiere serlo.

Foto de Silvepau en Pixabay.

Educando a Lisa —y a Bart y a Maggie… y a Homero—

De los cinco habitantes de la casa de Los Simpson, Marge es uno de los menos populares entre los seguidores de la serie —o, por lo menos, lo es mucho menos que Homero, Bart y Lisa—. Pero si quitamos a Marge de la ecuación —y de su familia—, estamos removiendo el pegamento que los mantiene unidos.

La estupidez de Homero, la actitud rebelde y abiertamente antiautoritaria de Bart, la mirada extremadamente crítica de Lisa y sin necesidad de una sola palabra de Maggie, todos estos personajes exhiben su cariño por Marge y son siempre escuchados y tratados con cariño y paciencia por ella.

Más allá de esto, Marge es respetuosa de las diferencias entre sus hijos, y en la serie jamás vemos la imposición de sus ideas y deseos por encima de la forma que cada uno de los niños del clan Simpson tiene de resolver sus problemas o enfrentarse a algún reto. No es el método Montessori y tampoco Mary Poppins —parodiada en otro episodio—, pero, al parecer, funciona. Por lo menos en la pantalla.

«Nada es más poderoso que el amor de una madre.»

Marge Simpson

Para bien o para mal

Sin importar cuántas veces fracase Homero como padre o como esposo, ni lo que tenga que hacer para sacar a Bart del último problema en que una de sus travesuras lo ha metido, ni cuánto deba adaptarse o cambiar para apoyar a Lisa en su cruzada más reciente, Marge y su amor incondicional —aunque… no del todo, dirían los biólogos, pues al proteger a Bart, Lisa y Maggie, Marge asegura que los genes que les ha heredado sobrevivan— de madre estará presente.

Y, si nos permiten los científicos y nuestros lectores una pequeña «licencia científica» acompañada de algo de cursilería, ¿no es precisamente eso lo que, según aseguran bohemios y escolares a coro, distingue el amor materno de cualquier otro tipo de amor?

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