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Una «probadita» del libro «Estupideces de todos los días»

Fragmentos de algunos textos que forman parte del libro Estupideces de todos los días.

Porque éste es un libro que no puede faltar en la biblioteca de quienes les gusta el humor y la crítica sin complacencias, esta semana les damos otra probadita de lo que podrán encontrar en sus páginas.

Del texto «El secreto de los Reyes Magos»

«Con el tiempo y la comercialización de las fechas navideñas, se agregó la opción de que los niños enviaran una carta. Este “pequeño detalle” ha sido el responsable de la felicidad o la desgracia de millones de infantes que se la pasan “con el 6 de enero en la boca”.
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Antaño, los niños empezaron a poner su carta dentro de un zapato y éste se dejaba en una ventana o en el Nacimiento. Si los Reyes traían justo lo que se había pedido, se confirmaba su cualidad de magos, pues uno como niño pensaba: “¿Cómo hicieron para adivinar justo lo que quería?”. Si no, se hacía un fugaz examen de conciencia: “Claro, se enteraron de todo lo que hice. Antes me trajeron algo”.»

Del texto «La hora sagrada —historias del lunch—»

«Como sólo teníamos 30 minutos para correr, gritar y jugar a los quemados, bote pateado, lastraes, stop o burro, uno aprendía a administrar su tiempo. Pero primero lo primero [el lunch], y luego el mundo.
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Por eso nunca terminaremos de entender, ¿por qué sabiendo que nuestro recreo era tan corto, algunas mamás preparaban cosas tan complicadas? ¿Por qué a la pobre de Rosita le mandaban una pierna de pollo entera y cocida dentro de su torta? ¿Por qué desperdiciábamos tiempo bebiendo el Frutsi al revés? Y el colmo de las cosas: ¿por qué al abrir la lonchera siempre descubrías que la servilleta estaba húmeda y pegada a las orillas de tu sándwich…?»

Del texto «El recalentado: segundas partes sí son mejores»

«Amanece en los hogares después de la celebración más familiar del año. Conforme avanza el día las cocinas se van impregnando de un olor —aunque similar al de hace unas horas— con un toque e incluso un ánimo más intenso. A media tarde los familiares o amigos que no pudieron llegar por la noche comen lo mismo que se preparó el día anterior —ya sea dentro de una tibia telera o “ayudado” por un arroz blanco—, pero lo disfrutan más. De hecho, muchos “soportamos” el protocolo de las fiestas decembrinas con la única esperanza de ese momento cumbre: el recalentado.
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[…]
»Pero en la llamada “era global”, donde es más fácil encontrar a un amigo en Singapur que en el café de la esquina, los familiares están dispersos por todo el orbe y a ellos “se les guarda su itacate para cuando se aparezcan”. Por ello, un año después, cuando por fin regresa el “hijo pródigo” del Japón, y gracias a la maravilla de la tecnología de congelamiento —a pesar de las advertencias de la caducidad de los alimentos—, el bacalao de la tía Chata “vuelve a la vida” dentro de un crujiente bolillo con más y mejor sazón que cuando fue concebido.»
Estupideces de todos los días ya está disponible en Algarabía shoppe
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