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Cuatro fábulas de mitología sexual

Historias de la mitología de cuatro culturas diferentes; egipcia, hebrea, romana y maya, todas con temas de la sexualidad.

Te presentamos un ejemplo de la mitología de cuatro grandes civilizaciones: egipcia, hebrea, romana y maya, o cuatro formas de relatar un mismo tema: el sexo. ¿Cuál es tu favorita? Encuentra éstas y otras fábulas en ¿Por qué nos gusta tanto el sexo? II Antigüedad.

Mitología egipcia

Atum, mejor conocido como Itemu, protagoniza un mito de creación completamente sexual. El dios emerge del océano primordial, en el que se encontraba bajo la forma de serpiente sin tener conciencia de sí mismo. En ese momento, al sentirse solo, decide masturbarse o escupir —según las versiones— y crea a la primera pareja: Shu y Tefnut, que a su vez conciben a Geb —la tierra— y Nut —el cielo.

Mitología hebrea

Adán y Lilith nunca hallaron la armonía juntos, pues cuando él deseaba yacer con ella, Lilith se sentía ofendida por la postura boca arriba —supina— que él exigía: «¿Por qué he de yacer debajo de ti? —preguntaba—. Yo también fui hecha con polvo y, por tanto, soy tu igual». Como Adán trató de obligarla a obedecer, Lilith, encolerizada, pronunció el nombre mágico de Dios, se elevó por los aires y lo abandonó.
Lilith, la primera mujer en el Jardín del Edén:

De cómo Mirra se convirtió en un árbol —mitología romana—

«Mirra amó a su padre, pero no como debe hacerlo una hija. […] Mirra, hija del rey de Chipre Ciniras, se enamoró de su padre, con quien, gracias a su nodriza, logró tener varias noches de amor sin que éste la reconociera. Al descubrir el engaño, Ciniras amenazó a su hija con la muerte y ésta huyó, pero en la huida pidió la protección de los dioses, quienes la convirtieron en el árbol de la mirra. Pasado el tiempo, de la corteza de este árbol nació el hijo del incesto, el bello Adonis, a quien luego amara Venus.»

Mitología maya

Itzamná, deidad solar y de naturaleza zoomorfa, se transmutó en un venado y pateó la entrepierna de Ixchel —diosa maya del amor y la fertilidad— creándole una vagina para que pudiese tener relaciones sexuales con él. Fue a partir de la celebración de este acto amoroso que todas las mujeres siguen llevando la marca de la pezuña de venado entre los muslos.
Canción a la diosa Ixchel:

Textos tomados de José Ángel Blandón Jolly, ¿Por qué nos gusta tanto el sexo? II Antigüedad, col. Trivium; Editorial Lectorum y Editorial Otras Inquisiciones: 2014; pp.: 31, 63, 123, 213.

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